Esta noche los niños cantores en el Centro de Arte

 

Las entradas para Guayaquil están agotadas, según confirmó un ejecutivo de la empresa auspiciante del espectáculo, O.R. Producciones quien trae el show de los Niños Cantores de Viena hoy a las 20:30 en el Teatro Centro de Arte.

Mañana en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana de Quito en dos funciones: a las 17:00 y a las 20:00. Los boletos tienen un valor de $85, butaca; $ 75, platea; $ 50, luneta baja; y $ 40, luneta alta.
Más de 100 niños conforman los niños cantores de Viena. Un coro que, divido en cuatro subgrupos llamados Mozart, Schubert, Brucknen y Haydn, realizan cerca de 300 presentaciones al año. El conjunto Mozart es el que visita Ecuador, bajo la dirección de Florian Schwarz, y se presentará en Guayaquil el 17 de septiembre y en Quito el 18 del mismo mes.

Según publicó diario El Universo en 1498, el emperador Maximiliano I de Austria pidió incluir a seis niños entre los músicos de su corte. Los historiadores marcan ese hecho como el nacimiento de uno de los coros infantiles más tradicionales, importantes y que ha perdurado en el tiempo a través de varias generaciones: los Niños Cantores de Viena, que en su gira actual también visitarán Ecuador. En 1918, fecha en que se abolió el imperio Habsburgo, en Viena, el gobierno se hizo cargo de la ópera de la corte, pero no de los niños del coro.

Josef Schnitt lo estableció como una institución privada al convertirse en decano de la Capilla Imperial en 1921. Como los recursos no eran suficientes en 1926, empezaron a dar conciertos fuera de la capilla. En un año ya estaban en Berlín, Praga, Zúrich y otras ciudades.

Los miembros de los niños cantores de Viena, sopranos y altos, tienen un profesionalismo que contrasta con su corta edad (varía entre 10 y 14 años). Son íconos corales, pequeños ‘marineritos’ (por los trajes que usan) que se han convertido en los preferidos de muchos.

Los chicos no reciben remuneración económica por sus presentaciones, pero sí otras garantías y recompensas que pocos niños a su edad tendrían. Así lo afirma su líder vía telefónica a este Diario, desde México, donde se encuentra en una gira con sus pupilos.

“Ellos reciben una buena educación (les dan becas escolares) y se instruyen en la música, pueden viajar alrededor del mundo. Tenemos la facilidad de ir a muchos lugares en cada país que visitamos. Tienen 14 años y han visto el mundo como, posiblemente, ningún niño de esa edad lo ha visto antes”.

Ellos se instruyen musical y académicamente en el Palacio Augarten, aquel viejo lugar que data de 1692 y que hoy funciona como internado para 250 niños y niñas. Desde el jardín de infantes reciben educación musical. A los 10 años, los chicos más talentosos son seleccionados para el coro y reciben una educación más especializada.

“Las voces angelicales y la afinación que tienen son muy bonitas”, asevera Beatriz Gil, directora del coro de niños Juan Pueblo, de Guayaquil. Como maestra, explica que un coro de pequeños no es igual a un coro de adultos: “Los niños van con un amor infinito, con una atención única” a aprender.

Con ella coincide Francisco Aguilera, director del coro de niños de la Universidad de Guayaquil. “El mundo del niño es tan diferente al de un adulto, tienes que saber escoger las obras adecuadas para ellos”.

Schwarz expresa que existe un requisito fundamental para que un niño cante: que realmente quiera hacerlo. En el caso del grupo vienés, ellos ensayan dos horas diarias, aproximadamente, sin que descuiden sus tareas. Cada grupo pasa entre 9 y 11 semanas del año escolar en las giras.

La dote de cada uno también es fundamental, acota el director. Su meta, agrega, es ampliar el espectro de adeptos y no busca acercarse solo a aquellos oídos que han receptado bien esta alternativa, sino también a quienes no están muy asociados con estas composiciones.

Por ello, indica, en esta gira habrá, además, algo un poco más contemporáneo: Abba, The Beatles y Queen, porque Shwarz desea que cada presentación sea “un concierto para todos”. La soprano guayaquileña Viviana Rodríguez sabe lo que es dedicarse a la música desde pequeña. “El niño cuando se mete al coro le aporta bastantísimo, lo ayuda a dedicarse a otras cosas, a ser afinado, a que su mente se distraiga, a descubrirse él mismo”. El coro, que es patrimonio cultural de su país, da una sorpresa en cada tierra que visita, comenta su director: entonan una melodía local del sitio en el que actúan. Lo harán también en Ecuador.

Schwarz no percibe como algo sexista el hecho de que solo haya niños en el coro, sino que lo ve como una tradición. “No solo somos una organización de hombres (también la academia instruye a niñas). Pero (el coro) es una tradición de más de 500 años. Debe haber un coro en el mundo que guarde la tradición y su calidad de sonido”.

En la Baja Edad Media, cuando se formó el conjunto, no les era permitido a las chicas ingresar a ellos, y además, la música del coro fue hecha para varones. Destacados músicos como Wolfgang Amadeus Mozart, Antonio Salieri o Anton Bruckner, por ejemplo, trabajaron con el grupo y Jacobus Gallus o Franz Schubert, entre otros importantes compositores, cantaron en el conjunto vienés.

Los niños cantores tienen previsto su arribo al país el próximo 12 de septiembre. “Estamos muy felices de estar en Latinoamérica. Las personas son amigables, más amigables que en Europa y más relajadas”, afirma el director.

Cada año unos pequeños ingresan al coro y otros salen, porque ya han cumplido la edad máxima para seguir en la agrupación (14 años). Sus voces empiezan a cambiar y llega la hora de la partida. Algunos continúan en la música, otros no, afirma Schwarz. Aun así, está seguro de que todos ellos recordarán la experiencia de haber estado en un grupo histórico: los Niños Cantores de Viena.

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