Como si no pasara nada

Por Marlon Puertas
Quito, Ecuador

Las campañas políticas no volverán a ser las mismas. Nadie podrá decir nada malo de un candidato, so pena de delinquir. Los electores solo tendrán como información las farsas lanzadas por mentirosos profesionales y únicamente podrán ver las caras bonitas, operadas y tiernas de aspirantes que esconden mucho y revelan poco. De ahí nacerá su voluntad. No podrá saber, porque está prohibido, los antecedentes de ese risueño que le da la mano derecha y en la izquierda lleva un celular para transar, arreglar, pedir, dar, negociar, utilizando como garantía esos votos captados a punta de besos de Judas.

Nada se sabrá. El ruido electoral remplazará a la información relevante. Las comparsas y los cantos desafinados decidirán votos, mientras las denuncias, antecedentes, entorno de aquellos que nos pretenden estafar, quedarán guardados en los archivos.

Y en las calles, es como si no pasara nada. Las personas parecen cada día más apuradas, más ajetreadas, más estresadas, como si estuvieran siempre atrasadas a destinos lejísimos. Pero esta mordaza no les quita el sueño, no se han enterado, no tienen mucho que decir.

La justicia correísta se apresta a develar la nueva Corte Nacional y ya ni las formas importan. No les hace falta otra Corte, porque los actuales jueces ya entendieron hace rato quién manda, pero igual va, porque un ministro leal estará feliz que su mamita, finalmente, logró, a punta de sus méritos, convertirse en alta magistrada. Otro, un asambleísta disciplinado con la causa verde, verá con mucho agrado a su hermano con una elegante toga, siendo parte del más alto tribunal del país. Y ambos dirán, para sus adentros, que ser parte de la revolución ha valido la pena.

La justicia que tanto vendieron para que la gente vote a su favor en una consulta popular, terminó siendo la justicia que aplican en el juicio contra El Universo. La justicia que el mundo está viendo, incrédulo aún, es una justicia que impone el silencio, al igual que las leyes oficiales. Es una justicia que sienta precedentes, para que el resto entienda que no hay espacios para la discordancia.

Así que la revolución seguirá, con algunos nombres nuevos, pero con su esencia intacta. La clase media, media lista, media lenta, ya no tendrá donde esconderse y le tocará pagar las nuevas facturas que demanda una generosidad aprendida en códigos persas y bolivarianos. Al mismo tiempo, seguirá siendo la víctima de una nueva clase social, la delincuencial, que se engorda, crece y goza de muy buena salud, ocupando un lugar que antes tenían los buenos.

Y salgo a las calles, y es como si no pasara nada. A un tipo bien feo y apurado lo que más le interesa es que mueva rápido mi carro, al instante que cambia la luz del semáforo. Y para eso pita como un demente y protesta como un desquiciado. Yo me niego a seguir su orden. Mi mamita nunca será magistrada de la Corte, pero recibe insultos como si lo fuera. A nadie he visto con esa vehemencia y expresividad protestar por lo que cuento arriba. Las calles están llenas de carros pero vacías de gente, saturadas de ruido pero huecas de sentido. Seguramente no pasa nada.

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2 Comments

  1. Es apremiante llegar al destino no fijado, no importa, se desea olvidar lo que sucede en el Ecuador, es posible que se pidió tanta paz en el fin de año que Dios al escuchar ha prodigado demasiada pasividad a la mayoría y de viveza criolla a los consabidos. Si quienes deben defender los intereses de una patria están arrinconados o billeteados de frente, creo que nuestros esfuerzos deben enfocarse por otro sendero menos atróz, menos insultante, libre de miedos y de opresores… Pero valga el momento para reflexonar…

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