El árbol de la vida

Por Andrés Cárdenas Matute
Quito, Ecuador

Malick habla con Dios. Este director y guionista se puede dar el lujo de filmar su plegaria de más de dos horas con todas las potencialidades del cine en su máxima expresión. Y, como se trata de un grito al cielo, no tiene por qué encarcelarse en ningún esquema dramático. ¿Acaso las lágrimas necesitan un desarrollo en tres actos? ¿El sentido necesita puntos de no retorno?

La película, al igual que las interrogantes vitales de la persona, parte con la muerte. Muere el hermano de Jack (Sean Penn), quien, ya adulto, repasa mentalmente su vida. Entonces vemos a su familia, que ocupa la mayor parte del metraje: su padre (Brad Pitt), tan estricto y rígido como cariñoso, su madre (Jessica Chastain) que encarna el eterno femenino que hace habitable al mundo, y sus dos hermanos menores. Dentro de este itinerario se interpone la historia de la creación, desde el big-bang hasta los dinosaurios y mamíferos, como un audaz pero necesario camino de Malick hacia ese sentido. Y al final nos arroja a una playa en la nos volveremos a encontrar los resucitados. Ese es el árbol de la vida: nace, crece y muere.

La problemática de Job (citado dos veces), ese personaje bíblico sometido a múltiples pruebas por Satanás para demostrar la integridad de su amor a Dios, es lo que subyace en la película. “¿Dónde estabas? Dejaste que un niño muera. Dejas que pase cualquier cosa. ¿Por qué he de ser bueno si tú no lo eres?”, se pregunta la recurrente voz en off. Este recurso se aplica a varios personajes e inevitablemente reconocemos allí las angustias de Malick, que son las de todos.

¿Por qué la desgracia les ocurre también a los buenos? ¿Por qué hago al mal que no quiero? ¿Hay algún fraude en el orden del Universo? ¿No hay nada imperecedero? Eso nos preguntamos, mientras suenan Lacrimosa del Requiem de Preisner y el Agnus Dei del Requiem de Berlioz. Y si sumamos unas actuaciones magistrales y un director obsesionado con la perfección y la naturalidad de las escenas, tenemos una obra de arte. Cine de verdad.

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