Salvataje a la memoria del arte

Por Ana María Garzón
Quito, Ecuador

No hay nada más corriente y más discreto que una invitación de Facebook. Notificaciones que es fácil dejar pasar. Pero la dinámica cambia cuando se recibe una invitación escandalosa: Salvataje Económico para Archivo AANME. Volver a leer. Sí, dice salvataje económico. Palabras pesadas que no se espera (no se debiera) ver junto a las siglas de la Asociación Archivo Nuevos Medios Ecuador. Pero la realidad desafía la lógica.

AANME es un proyecto de María Belén Moncayo, un archivo de la memora visual del país. ¿Ambicioso, verdad? Y no sólo eso, es un proyecto hecho a pulso, con mucha tenacidad y recursos mínimos (el archivo está en su casa…). Guarda más de 600 videos ecuatorianos, desde 1929 hasta estos días. Hay también 100 obras internacionales. Son obras de videoarte y material documental. Al navegar por las páginas del archivo aparecen Miguel Alvear, Valeria Andrade, Carla Barragan, Pedro Cagigal, Illich Castillo, Juana Córdova, Juan Carlos Donoso, Nelson García, Graciela Guerrero, Falco, Sara Roitman, Paul Rosero, Oscar Santillán, Melina Wazhima, la lista es inmensa… Son performers, bailarinas, artistas visuales, músicos, cineastas. Muchos de ellos, la mayoría quizá, son motores del arte contemporáneo.

El año pasado AANME publicó el libro 100 Artistas del audiovisual experimental del Ecuador (1929-2011), una de esas perlas que pasan desapercibidas, pero que construyen un guión dentro de los tantos de la historia del país. Un guión que escapa de los discursos oficiales y se crea desde el arte. El arte a veces funciona como reflejo de la realidad, como lectura y relectura de lo cotidiano. Pienso, por ejemplo, en el trabajo de Melina Wazhima y Juan Pablo Ordóñez, que trabajan en el Archivo de la Memoria Audiovisual de la Migración Ecuatoriana, su obra es parte del archivo, y en un trabajo tenaz recogieron cientos de videocartas que los migrantes mandaron a sus familias. Es una entrada en la memoria del país desde lo íntimo: Los migrantes no son cifras, sino historias. Y esa es la memoria del país. Memoria que se construye fuera del oficialismo, de los discursos, de los revisionismos históricos que saben a manipulación.

Pensar que esa memoria, la memoria de construida a partir del arte, necesita un salvataje económico es dramático.

Para llegar a ese punto, es evidente que María Belén Moncayo agotó todos los recursos, que seguro pasó meses y quizás años, llenando papeles en el Ministerio de Cultura. También es dramático leer que necesita sólo 5000 dólares. E insisto: sólo 5000 dólares, porque si se piensa en función al gasto del gobierno en conciertos de Pueblo Nuevo y concursos para hacer monumentos de Eloy Alfaro, es una cifra mínima. La invitación de Facebook es un llamado a artistas y amigos, gente que seguramente también pasa mucho tiempo lidiando con el mastodonte ministerial y que sin estamparse en la frente el cliché del «talento nacional» se ha dedicado a crear, a lanzar ideas y desde un sistema precario, lo seguirá haciendo.