El Sunset Limited

Por Andrés Cárdenas
Quito, Ecuador

No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Lo dice Albert Camus en su ensayo “El mito de Sísifo” y es justamente lo que el grandioso Cormac McCarthy pone a investigar a sus personajes en El Sunset Limited. La verdadera escritura tiene una implicación moral y el norteamericano carga con ese buque en cada línea de sus obras: de qué sirve escribir si no es para confrontar al hombre con su cómoda capacidad de autodestrucción. Y lo hace honradamente, sin tomar partido, con personajes absolutamente autónomos que muestran sus mejores cartas. Somos espectadores de la única discusión importante: Dios versus la nada.

Blanco, un sabio y escéptico profesor universitario, intentó arrojarse contra el Sunset Limited tras concluir que la vida no tiene sentido y declararse en bancarrota espiritual. Había puesto toda su confianza en “el valor de las cosas”, como libros, música o arte, que con el tiempo se desvirtuaron. Ahora su credo se aferraba a la tranquilidad, silencio y soledad que promete el impacto de un tren a cientos de kilómetros por hora. Creía que todo esfuerzo del hombre –como el de Sísifo– era no solo inútil, sino contraproducente. Por otro lado está Negro, un presidiario que en otro tiempo había tocado fondo y ahora vivía con lo indispensable en un suburbio de Nueva York. Ahora cree en la Biblia y en nada más. Al salvar a Blanco del suicidio, se siente en la obligación de hacerlo entrar en razón.

Los personajes son lo de menos, lo importante son los diálogos. El intercambio de ideas entre dos bandos tan sólidos como seguros de sí mismos. Si el romanticismo algún momento se encargó de sujetar a la desbordada razón de los iluminados, ahora los desvaríos de la inteligencia encuentran su descanso en el nihilismo. “La evolución no puede impedir que la vida inteligente acabe a la larga siendo consciente de una cosa por encima de todas las demás, y esa cosa es la futilidad”, dice Blanco, casi al final del diálogo, en uno de los instantes extremos del encuentro. Sin embargo, como dice Negro, de nada sirve un razonamiento que no nos mantenga pegados al andén cuando pasa el Sunset Limited a una mortífera velocidad. De nada nos sirve la razón si nos arroja al suicidio.

Más relacionadas