Lugo, crónica de una maniobra anunciada

Por Martín Santiváñez Vivanco
Lima, Perú

Fracasó en las políticas reformistas y sus constantes escarceos con el socialismo del siglo XXI condenaron al Estado paraguayo al vaivén de un criterio inmediatista. Erró al intentar dividir al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), hecho que fue aprovechado por los colorados para promover su destitución.

Su mano blanda con los invasores de tierras, olvidando que no todos son campesinos inocentes (muchos de esos terrenos interesan a las mafias, a los terratenientes y a los jerarcas de los partidos políticos) ha polarizado al país y su tardío intento de autoridad terminó por pasarle factura.

Fernando Lugo no ha sido el gran líder que Paraguay esperaba, sobre todo tras décadas de dictaduras corruptas y democracias de baja intensidad. Sin embargo, a pesar de su incompetencia, la institucionalidad paraguaya se ve comprometida por este juicio exprés promovido por sus enemigos políticos, ansiosos de controlar el poder y asegurar el retorno de los colorados en las elecciones de 2013.

Lugo debió terminar su periodo. Que sea liquidado de esta manera perjudicará a los protagonistas de su caída a mediano plazo.

Ahora bien, ¿el fin de Lugo es el inicio de la debacle del socialismo del siglo XXI? Es tan fuerte la inercia de la izquierda radical que gobierna en varios países latinos y tan sólidos los lazos clientelistas consolidados a lo largo de estos años que el bloque chavista, aunque colapse, cuenta con recursos suficientes para ejercer una oposición eficaz en el tiempo, capaz de mantener una presencia electoral determinante en la configuración de cualquier escenario de poder.

Sin embargo, y esto debe subrayarse, la capacidad de presión del bloque chavista se ha visto reducida de manera sensible. Hace unos años, maniobras para desestabilizar a un presidente eran improbables en un satélite de Caracas.

La enfermedad de Chávez ocasiona, como es lógico, que los cuadros de la revolución bolivariana se concentren en el frente interno, con el fin de asegurar una transición segura ante una posible pérdida de influencia. Una consecuencia normal del cesarismo es que, cuando el caudillo mengua, la estructura se concentra en sobrevivir. Sólo así se entiende la crisis paraguaya y el problema boliviano.

Si Lugo consigue que la carta de la presión internacional genere un movimiento interno de adhesión a su liderazgo, entonces la presidencia de Federico Franco o la eventual victoria de ANR-PC (el partido colorado) peligrarán. Sin embargo, el respaldo de Brasil al ‘status quo’ es suficiente para asegurar el cronograma de elecciones.

No olvidemos, además, los estrechos lazos que existen entre la clase dirigente paraguaya y la elite política brasileña. La corrupción campea en ese pacto histórico de intereses creados imprescindible para comprender el escenario paraguayo.

Por último, intentar forzar a Paraguay recurriendo a la presión internacional como espada de Damocles denota una gran ignorancia de su proceso histórico. Toda la cultura política paraguaya está construida sobre el concepto de soberanía. El bloque chavista equivoca su estrategia. Sin un amplio respaldo interno, Lugo jamás regresará al poder. En todo caso, suceda lo que suceda, la democracia paraguaya se debilita por la evidente prepotencia con que actúa la ambición cuando se reviste de poder.

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  1. Cable de wikileaks anticipa lo sucedido con presidente Lugo

    En 2009 la Embajada de Estados Unidos en Asunción emitió un
    informe referente a la situación política de ese país. A continuación un
    extracto de lo que dice la misiva:

    “ RESUMEN: Persisten los rumores de que el  desacreditado general y 
    líder del partido Unace, Lino Oviedo, y el ex presidente Nicanor Duarte
    Frutos  ahora están trabajando juntos para asumir el poder a través de 
    medios legales, en caso de que  el presidente Lugo caiga en los meses
    venideros.

    “Su objetivo: aprovechar cualquier medida errónea de Lugo para romper
    el estancamiento político en el Congreso, el juicio político de Lugo,
    asegura su supremacía política propia (la de Duarte y Oviedo). Mientras
    que muchos predijeron chanchullos políticos en marzo, durante las
    tradicionales  protestas en la temporada de  apertura de sesiones del
    Congreso, poco ha afectado a Lugo (en gran parte porque ha sido
    cuidadoso en no proporcionar la cuerda política o jurídica para un
    juicio político, privando así a Oviedo y Duarte los números en el
    Congreso para su supuesto “golpe de Estado democrático”)”.

    Luego de esta introducción continúa con un análisis de la situación
    de los políticos que, según el escrito, estarían detrás de un complot
    contra Lugo. El apartado se titula “Un plan descabellado”.

    “Duarte y el objetivo común de Oviedo: Encontrar una causa ‘célebre’
    para  liderar el cambiar de la política actual,  romper con el
    estancamiento político en el Congreso, iniciar un juicio político de
    Lugo y recuperar su relevancia política.

    Para Oviedo el escenario ideal consiste en enjuiciar políticamente a
    Lugo, aún con motivos espurios. (Con una votación de dos tercios, la
    Cámara de Diputados puede iniciar un procedimiento de juicio político en
    contra del presidente. Al igual que en los Estados Unidos, el Senado
    interpone el juicio, el cual  requiere de dos tercios de los votos para
    la censura).

    “El bastón de mando presidencial,  en este escenario, pasaría al
    vicepresidente Federico Franco, quien sería constitucionalmente obligado
    a llamar a las elecciones en 90 días para la vicepresidencia. Dado el
    colapso institucional y el fratricidio político que reina ahora en el
    Partido Colorado, Oviedo sería el principal candidato, obvio.

    “Mientras tanto, Duarte, que ha recuperado su escaño en el Senado a
    través de una maniobra en la Corte Suprema, asumiría la presidencia del
    Senado y se convertiría en el número tres en la línea de sucesión a la
    Presidencia. El liberal Franco sería el Presidente, pero Oviedo y Duarte
    controlan el Congreso  y los tribunales.“¿Descabellada? Tal vez. Pero no del todo incierto en la política de Paraguay”.

    En otra parte del documento de la representación diplomática,
    califica al entonces vicepresidente Federico Franco: ”Franco es conocido
    por ser un político de la vieja escuela del Partido Liberal, con un ego
    de gran tamaño y una personalidad difícil.

    Además, el Congreso no puede votar para destituir a Lugo, sin al
    menos tener motivos superficiales políticos o jurídicos. Lugo ha estado
    en el cargo sólo siete meses y la situación no está madura para un
    juicio de destitución.

    En su lugar, a pesar de rumores acerca del afable estilo de liderazgo
    de Lugo y su incapacidad para establecer una agenda nacional, el apoyo
    público al gobierno de Lugo sigue siendo alto”.

    Así concluye el texto enviado al Departamento de Estado.
     

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