Sanciones a Irán

Por Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

Las sanciones económicas a Irán van en serio, y comienzan a producir efectos. Debe recordarse que las sanciones a Irán no son sanciones impuestas unilateralmente por un país, como las de los Estados Unidos contra Cuba, sino que son sanciones impuestas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Y probablemente por esta razón, por ser el resultado de un consenso político en la cúspide del máximo organismo mundial, es que las medidas han ganado un alto grado de aceptación internacional.

Ya van más de diez años desde que el programa nuclear iraní concitó la preocupación de buena parte de la comunidad internacional. Desde entonces poco o ningún progreso se ha logrado para detenerlo. Si bien Irán insiste en los “fines pacíficos” de su programa, existen serias dudas al respecto. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), una institución vinculada a la ONU y que es una entidad especializada de gran prestigio en la materia, ha hecho varias advertencias y pedidos a Teherán de ser más transparente en la información sobre su programa.

Fue ante el escaso o ningún resultado de llegar a un consenso con el gobierno iraní que la ONU optó por la vía de las sanciones. La primera sanción fue adoptada por el Consejo de Seguridad en el 2006 (Resolución 1696) y la última en el 2010 (Resolución 1929). Si bien las sanciones giran alrededor de la industria nuclear, lo cierto es que ellas han ido expandiéndose en su ámbito para incluir muchas transacciones económicas. Y es que resulta bastante difícil detener el programa nuclear de un país como Irán dejando intactas las arterias de su economía.

Con el paraguas de las sanciones de la ONU abierto, muchos países han impuesto sanciones económicas bilaterales. Los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) han venido adoptando medidas bastante serias. El domingo pasado, por ejemplo, la UE dejó de comprarle petróleo a Irán. Londres ha prohibido a su industria del seguro y reaseguro cubrir los tanqueros de petróleo iraní, lo que le complica sustancialmente la venta del crudo.

Los Estados Unidos, mientras tanto, han levantado sanciones a 18 países en vista de que han demostrado que ya no compran petróleo iraní. Otros, como India, Japón y China, han comenzado a reducir sus órdenes. En los dos lados del Atlántico se ha anunciado que en los próximos días las sanciones económicas subirán al máximo. Hacer negocios con Irán tendrá un costo bastante alto para quienes lo hacen o lo aúpan. El objetivo es claro: llevar al colapso económico a Irán ante su negativa para detener su programa nuclear.

Aunque tomarán un tiempo en madurar, los efectos de la presión han comenzado a sentirse. Por ahora el Gobierno está jugando la carta del nacionalismo, y ha comenzado a recordarle a su pueblo los sacrificios que pasaron durante la guerra con Iraq. Pero esto no será suficiente para un pueblo que sufre un 60 por ciento de inflación. A un punto comenzarán a cuestionar si la aventura nuclear justifica tanto sacrificio.

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