La importancia del debate en la democracia

Por Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

Mientras la prepotencia y la vanidad inflada del ejercicio de 13 años en el poder le niegan a Venezuela, a la región, y al mundo, la oportunidad de presenciar un democratísimo evento como lo es un debate de ideas de los aspirantes presidenciales, la democracia estadounidense celebró, entre los dos aspirantes a la Casa Blanca, una de las últimas batallas abiertas y de mayor provecho para los electores.

A mi sorpresa y expectativa, Mitt Romney lideró las riendas de un primer debate que le negó la oportunidad al presidente Obama de finalmente hacer cosecha de la cantidad de errores cometidos en la campaña del candidato republicano.

En este primer debate, que se centró en temas de economía, salud, seguridad social y el rol del estado, el candidato Romney tuvo la habilidad de conectarse con la importancia de la ocasión y demostrando una posición mayormente envestida de energías, que acompañada de un frontal pero respetuoso mensaje corporal, supo colocar al presidente Obama en una situación que sugería incomodidad y se hacía evidente en la dificultad que el candidato presidente tenía para ordenar, en el cortísimo tiempo permitido, su línea de pensamiento con su habilidad oral y su gran capacidad para debatir. Ambas, relativamente ausentes durante el transcurso de un debate que lo mantuvo tortuosamente a la defensiva.

Un tímido y casi irreconocible Obama, permitió que las opiniones de Romney tomaran mucho mayor protagonismo que el esperado, admitiendo que este se convirtiera en un exitoso contador de historias sobre su ejercicio como Gobernador de uno de los estados más prósperos de la nación y que inclusive manifestara su interés en incrementar las relaciones comerciales con Latinoamérica, restándole protagonismo a su relación con China.

Sin embargo, la más evidente piedra angular de las diferencias entre las dos propuestas fue el rol del gobierno, y de las políticas públicas adoptadas por este para conseguir el equilibrio de un déficit que está asfixiando a la economía del país e hipotecando económicamente a futuras generaciones. Romney, le niega al gobierno las mismas posibilidades de eficiencia, eficacia y éxito que se logra en el sector privado, evidenciando su personal inclinación en disminuir los ejes de acción del mismo. Por otro lado, el candidato Obama modestamente afirmó en la necesidad de que este participe, regule y controle, con el objetivo de frenar los abusos y la indisciplina de los actores económicos a desmedro de la enorme clase media que ha caracterizado a la división económica y social de la mayor economía del mundo y claramente afectada por la espectacular crisis heredada de un cuestionado gobierno republicano. Obama falló en su débil intento de argumentar esta importante realidad a su favor.

Romney, en su posición sobre el rol del Estado, fue enfático en asegurar que el mismo se limita a promover y proteger la vida y la libertad de los ciudadanos, mientras debe mantener el poderío militar de la nación.

A favor de Obama, en lo que respecta al primer debate, queda muy poco que alegar, seguramente lo más relevante de su actuación fue la estructurada elegancia de su actitud moderada, que divorciada de la arrogancia que algunos líderes suelen alimentar con el ejercicio del poder, no le permitió en el transcurso del mismo usar manchas personales del candidato republicano, que no solo afectarían la imagen de Romney, sino que también deslucirían el objetivo de la ocasión, que no es otro que el de civilizadamente debatir ideas. Esa fue la única victoria de Obama, que sin embargo que enaltece a la democracia, es considerada como pírrica para los analistas y asesores políticos, que en sentido práctico, solo miden el éxito de esta gimnasia democrática por el número de votos que consigue su estrategia.

A los votantes estadounidenses, especialmente a quienes todavía no han tomado posición, les queda la oportunidad de un segundo debate, donde el marco central de la discusión girará alrededor de la política internacional. Las expectativas sobre este segundo intercambio de ideas apuntan a dar ventaja al presidente Obama, basadas en la experiencia que el candidato presidente tiene en el área en discusión. La importancia de este segundo encuentro es sustancial, sus resultados podrían cambiar el destino del país y seguramente del manejo de muchos problemas alrededor del mundo.

Ojalá la etapa final de la campaña electoral de nuestro país nos de la oportunidad de presenciar un debate de ideas, en el que se respete al electorado y prevalezca la caballerosidad y elegancia que demanda la ocasión.

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1 Comment

  1. Interesante y preciso análisis de la situación, pero hay que desengañarse acá no tendremos ninguna chance de que la caballerosidad y el respeto prevalezca en lo que queda de la campaña. todavía no empieza el vocabulario descalificador y menos aun pensar en un debate a la altura.

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