Incipiente cine de animación uruguayo, presente en la Berlinale con «Anina»

Berlín, 14 feb (EFE).- El incipiente cine de animación uruguayo ha recalado en la Berlinale con «Anina», el primer largometraje de Alfredo Soderguit, basado en la primera y de momento única novela de Sergio López Suárez, para la que el director ya hizo las ilustraciones.

El filme, que opta al premio a la mejor ópera prima, es un viaje lleno de fantasía por el mundo de la protagonista, Anina Yatay Salas, una niña de diez años de la que algunos compañeros de la escuela se burlan porque tanto su nombre como sus dos apellidos son capicúa.

Un día durante el recreo, Anina y Yisel se enzarzan en una pelea y ambas tendrán que responder con un castigo fuera de lo común ante la directora del centro.

Anina Yatay Salas.

«Este tipo de obra es la razón por la que yo elegí ser ilustrador, esto es lo que estaba esperando, lo que estaba queriendo hacer», aseguró hoy en declaraciones a Efe el director del filme al explicar cómo recibió el encargo, por expreso deseo del autor, de ilustrar la novela y lo que sintió cuando la tuvo entre sus manos.

Para Soderguit, el libro «rápidamente se volvió muy personal», se lo apropió y trabajó la ilustración «en un sentido muy simbólico en puntos clave».

«Sergio quedó encantado, le gusto mucho, y le dije, un día vamos a hacer algo más con esto, esta historia es preciosa y da para un desarrollo visual casi como hasta para una película», recuerda.

Lo que fue «sólo un comentario, un deseo en ese momento» se convirtió con el tiempo en un proyecto, que comenzó hace unos nueve años y para el que el escritor Federico Ivanier desarrolló un guión con el que «recompuso» la historia «como pensando en una película», lo que dio comienzo a «un camino a escala latinoamericana».

«Es una película de bajo presupuesto, pero nos gusta decir que es un camino muy virtuoso en el sentido de que las relaciones humanas con toda la gente que se involucró se fueron estrechando más y más, todo el mundo aportó mucho cariño al proyecto y se fueron dando pasos con mucha paciencia y teniendo buenos resultados en todo», afirmó.

Según Soderguit, detrás del libro hay «un ser humano hablando de algo muy profundo, o sea, hay una historia lineal, pero muy reflexiva».

«Uno siempre está en la cabeza de Anina, es lo que Anina ve, es su punto de visa y son sus propios conflictos, sus miedos, su amor. Hay emociones, hay ganas de contar algo», aseguró.

Anina en la Berlinale.

El equipo involucrado en el proyecto optó para la película con «un aspecto más relacionado con los libros ilustrados» que con el cine de animación actual, «por cuestiones de gusto, por cuestiones técnicas, por cuestiones de presupuesto, por muchas variables».

«Pero en realidad creo que es lo más honesto para la película en sí. Nace de un libro y es un tipo de ilustración que le aporta una calidez que la historia necesita, requiere, que genera atmósfera, que es delicada, que es artesanal, que por ese lado genera una empatía, un cariño, acerca bastante desde ese punto de vista», dice.

En este sentido, agrega, «es un producto amable» y que conmueve de alguna manera.

«A nivel de imagen, la película es muy rica, los espacios se construyen muy bien y la atmósfera que se genera para la historia es muy buena. En ese sentido creo que hay un logro», agrega.

Según Soderguit, «hay muchos aspectos que hay que cuidar y que no necesitan de esas megaproducciones», pues «el lenguaje no depende de los superpresupuestos», aunque un buen presupuesto siempre ayuda porque es necesario.

La intención de Soderguit es seguir siendo ilustrador, animador y director de arte e intentar hacer todas esas cosas que le gustan, «pero un largometraje de animación proyectado desde Latinoamérica es un proyecto de muchas años», por lo que hay que pensarlo bien, dice.

Según el director, la de la animación es «una industria muy pequeña», no sólo en Uruguay, aunque en Argentina en los últimos años se han hecho varias cosas, precisó, «algunas con proyección un poco más comercial, como tratando de entrar en la industria más grande, otras más de autor, algunas cosas para televisión».

«Uruguay es un país con un mercado muy chico, es muy difícil apostar al mercado interno. Pasa casi con toda la creación intelectual, que si no sale casi que queda allí en un espacio muy pequeño, somos tres millones de personas en todo el país», señaló.

Por eso, la participación de «Anina» en la Berlinale, dentro de la sección Generation, dedicada al público infantil y juvenil, es una «satisfacción» y supone un reconocimiento «muy bienvenido», pues «es la mejor manera para que la película comience su recorrido por el mundo». EFE

* Fotos difundidas del Diario Para ver

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