Agenda económica para los próximos cuatro años

Gonzalo Orellana
Londres, Reino Unido

De cara al nuevo periodo de gobierno, y al margen de quien sea el ganador de las elecciones y la agenda que quiera imponer, hay algunas tareas en el ámbito económico que son necesarias realizar en los próximos cuatro años.

La primera es atraer más inversión extranjera. En el último lustro hemos visto como el Ecuador se ha convertido en uno de los países de la región con mayor inversión pública, sin duda una gran noticia. La otra cara de la moneda sin embargo, es que somos el país de Sudamérica que recibe menos inversión extranjera, por debajo inclusive de economías más pequeñas como Bolivia y Uruguay. No voy a entrar en las razones por las que recibimos tan poco capital extranjero, pero sin duda el país debería ponerse como meta incrementar estos flujos en el futuro, porque aunque nuestro crecimiento en los últimos 6 años ha sido bueno, si queremos llegar a los niveles de países como Perú o Panamá con crecimiento sostenido por encima del 6% durante la ultima década, necesitamos de inversión extranjera que actualmente no somos capaces de atraer.

La segunda tarea, y en esta coincido con el gobierno, es la frecuentemente mencionada idea de cambiar la matriz productiva. Sin embargo, el resultado hasta ahora ha sido más bien limitado, con la excepción del sector energético donde podemos preveer que a partir del 2016 el impacto de las nuevas infraestructuras que se están construyendo sea significativo. En el sector petrolero, la refinería del Pacifico aún no cuenta con financiamiento seguro, por ahora los únicos socios son el gobierno ecuatoriano y venezolano, y es poco realista pensar que Ecuador va a poder aportar los alrededor de 6.000 millones que le correspondería. A menos que se consigan más socios, es improbable que se culmine el proyecto, por lo menos no con las dimensiones que se plantearon inicialmente. Otros proyectos como plantas siderurgias, astilleros, etc., por ahora no han pasado de ser simples anuncios. Tanto por la inversión necesaria como por la falta de experiencia local en estas áreas, es inevitable la necesidad de socios estratégicos, que deberán venir de fuera.

Otra de las decisiones impostergables, aunque ya llevamos más de 3 décadas retrasándolo, es la racionalización de los subsidios energéticos. El que destinemos alrededor de 4.000 millones a subsidiar gasolina y diesel y casi 1.000 millones al gas de uso doméstico es no solo una aberración, pues el monto es superior a lo que gastamos en salud pública por ejemplo, sino un acto de profunda injusticia social, pues los grandes beneficiarios de estos subsidios son el segmento más rico de la población, así como quienes contrabandean nuestros combustibles al exterior.

No existe ninguna razón técnica para justificar que desperdiciemos ingentes cantidades de dinero en estos rubros, cuando por ejemplo: con una reducción de la mitad del subsidio a los combustibles (2.000 millones), nos alcanzaría para construir la primera línea de metro de Quito, el tranvía de Cuenca y la metrovía de Guayaquil, juntos! Todos estos, mejores ejemplos de gestión del transporte que la apuesta absurda que durante décadas hemos hecho de privilegiar el transporte privado.

Es indudable que el Ecuador debe seguir invirtiendo en infraestructura y en políticas sociales para reducir la pobreza, pero teniendo claro que la mejor manera de combatirla es creciendo económicamente. Y para eso necesitamos utilizar nuestros recursos de manera más eficiente, y atraer tecnología, conocimientos y capital que actualmente no disponemos.

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