Continuación

Hernán Pérez Loose
Madrid, España

Si la democracia es el sistema que permite a los ciudadanos cambiar de gobierno de manera pacífica, el reciente proceso electoral es la mejor prueba de que lo que tenemos en Ecuador no es democracia. Hemos tenido campañas y elecciones, es verdad. Pero democracia no es lo que hemos tenido, y a juzgar por lo sucedido en últimos años probablemente no la tendremos por algún tiempo.

Que cómo llegó a implantarse en Ecuador un régimen político en el que las elecciones en vez de facilitar la renovación de los gobernantes por la vía no violenta lo que hace es consolidar una dictadura con vestimenta de democracia es un proceso harto complejo. Pero el hecho cierto es que las continuas convocatorias a los ecuatorianos a las urnas ocurridas en los últimos años –al increíble promedio de una por cada doce meses– solo han servido para consolidar un régimen político autocrático que gira alrededor del culto a una personalidad, y que se sustenta en una economía dependiente del Estado. Un régimen autocrático que si no ha desembocado en totalitario es gracias a ciertas fuerzas que a pesar de su fragmentación y debilidad han logrado preservar ciertos espacios de libertad a la sociedad ecuatoriana.

En buena medida entonces el evento electoral del domingo no ha traído sorpresa alguna al escenario político ecuatoriano. Y si alguien llegó a albergar la esperanza de que iba a existir alguna sorpresa es porque seguramente no había vivido en el Ecuador en los últimos años. Qué sorpresas pueden haber, después de todo, en una autocracia. La incertidumbre en los resultados de los procesos políticos es propio de las democracias, no de regímenes como el que vive el Ecuador.

Un proceso electoral dirigido por un organismo en manos de exfuncionarios del régimen que no tuvieron ni el rubor de aparentar cierta independencia no se diga imparcialidad; un presupuesto estatal de millones de dólares dedicados a la publicidad oficial; un enjambre de medios oficiales puestos al servicio de un solo candidato; y el uso descarado de todos los recursos del Estado y sus instituciones a favor de una sola campaña, no podían traer otro resultado que el que tuvimos el pasado domingo.

Y lo que vendrá en los próximos años tampoco será sorpresa. Seguirán actuando al margen de la Constitución y la ley; continuarán atropellando e insultando a quienes piensen diferente; seguirá la guerra al periodismo independiente y los intentos de amordazarlo; continuarán justificándose los abusos con la muletilla de que las elecciones populares les permite hacer lo que les viene en gana, y seguirán los otros poderes sin ejercer el papel de contrapeso, fiscalización y control.

Por muy cuesta arriba que les parezca a la oposición y a otros actores civiles el desafío que tienen por delante, y por muy imposible que les parezca enfrentar a un Estado que desconoce límites, la tarea de construir una sociedad pluralista, tolerante y moderna, gobernada bajo el imperio de leyes y no de la borrasca humana no ha perdido su urgencia.

* El texto de Hernán Pérez Loose ha sido publicado originalmente en El Universo.

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8 Comments

  1. SEGURAMENTE PARA LA VACA SAGRADA EXISTÍA DEMOCRACIA CUANDO FUE EL FERIADO BANCARIO O CUANDO SUS PANAS SUS ÑAÑOS SOCIALCRISTIANOS MANEJABAN LA JUSTICIA , RECUÉRDENOS VACA SAGRADA DE QUE BANQUERO CORRUPTO ERA SU ABOGADO. SINICO Y RIDICULO , MI LIBERTAD DE EXPRESIÓN USTEDES DEFIENDE QUE CUALQUIERA LE PUEDA DECIR CUALQUIER COSA AL PRESIDENTE , ENTONCES USTEDES AGUENTEN LAS CONSECUENCIAS DE SUS ODIOS

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