El pajarito, la vieja terca y el tuerto

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

No son temas que se puedan obviar; pero quizás haya que optar por uno de los dos. O lo del “pajarito chiquitico” del “candidato encargado” Nicolás Maduro, o las opiniones, off the récord (pero a micrófono abierto), del presidente uruguayo José “Pepe” Mujica sobre su vecina y colega Cristina Kirchner.

Es que no son meras frases como la de Evo cuando afirmó que comer pollo, además de hacer caer el pelo (a los europeos) favorece la homosexualidad, o las de la multimillonaria presidenta argentina –“la ricachona”, como la llaman desde la izquierda– que dijo ser la más fiel representante de la clase media o que la diabetes es una enfermedad de la oligarquía, o algunas otras frases célebres de Correa, Chávez o Lula (“Chávez es el presidente más democrático que ha tenido Venezuela”), que han dicho tantas.

Lo de Maduro, por ejemplo, tiene algo de sagrado, de divino, que además viene del más allá. Si tomamos en cuenta el anuncio del Espíritu Santo en Nazareth y luego lo de la paloma con la rama de olivo en el pico poniendo punto final al Diluvio Universal, el pajarito de Maduro –esto es, Chávez reencarnado en una ave chiquitica– es el tercer caso de ese tipo, con plumíferos de por medio, que se conoce en la historia de la humanidad. Y con anuncios importantes.

A Maduro le pareció “raro”; pero qué va, lo raro sería que pierda las elecciones con todas las maniobras que lleva a cabo desde el poder, con fuerzas armadas y milicias a su orden.

Lo de Mujica es otra cosa. Puede que haya sido imprudente, pero que sabía que había un micrófono, y funcionando.

Miren que decir que “esta vieja (por Cristina Kirchner) es peor que el tuerto” ( por Néstor Kirchner, que padecía un agudo estrabismo). Y explicándole a su interlocutor, un intendente departamental (gobernador estadual), que “el tuerto era más político”, y ella “terca”; y también algo desubicada, lo que si bien no lo dijo lo dio a entender con su comentario sobre la pretensión de la mandataria de explicarle al papa Francisco, un argentino de 77 años, lo que es un mate y un termo.

Se ve que Mujica se cansó de hacer buena letra con Cristina sin tener una acorde reciprocidad por parte de su vecina en temas que importan al Uruguay.

Hace unos seis meses entrevisté al presidente uruguayo y le pregunté sobre esa buena relación y hasta complacencia que tenía con Cristina Kirchner y con su extinto marido, y me respondió lo siguiente: “Tengo que hacer aquello que pueda ayudar a que mi gente tenga más trabajo. Si fuera por mis sentimientos, mama mía. Pero ¿qué hago con la Argentina? ¿Le declaro la guerra? ¿Rompo relaciones? ¿Le pincho un ojo? ¿Qué hago? Los países no se mudan. Yo trato de tener una política que me permita pellizcar lo que pueda, pensando en el trabajo de mi gente. Y a eso me remito”.

Parecería que ahora liberó esos sentimientos reprimidos y resolvió pincharle un ojo.

En aquella ocasión, al señalarle yo que Cristina era muy malquerida por la mayoría de los uruguayos, me dijo “a mí en cambio en Argentina me quieren y si yo pudiera ser candidato en Argentina me votarían muchos. Es una lástima que no pueda ser candidato”.

Si es por la reacción del Gobierno, de su canciller y del enojo de la presidenta, su candidatura no contaría con el apoyo oficial.

Ahora, si es por la repercusión que sus palabras “dichas en privado” han tenido en las redes sociales argentinas, se podría apostar tranquilo que ahora ganaría con mucha más comodidad una elección en el país de al lado.

* El texto de Danilo Arbilla ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color, de Paraguay.

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