Inmadurables

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

No entiendo la manía por regular. En Quito está prohibido vender alcohol a menos de 200 m de una universidad o de un hospital. Y este artículo no es una defensa de los licores, sino de la libertad que todas las personas mayores de edad deberían tener, hasta de consumir una cerveza a menos de dos cuadras de una universidad.

La mencionada prohibición está en la Ordenanza Metropolitana No. 308, publicada por el Registro Oficial el 30 de junio de 2010 y refleja claramente la visión intervencionista y reguladora de la izquierda que está en el Gobierno que, adicionalmente, está convencida que con ese tipo de prohibiciones va a cambiar el comportamiento de la gente. Aquí el tema central es el pretender modificar el comportamiento de las personas en base a prohibiciones. Eso refleja que quienes nos gobiernan nos creen inmaduros e inmadurables, es decir, incapaces de modificar nuestro comportamiento en base a la razón y a la sensatez. Y que ni siquiera el paso del tiempo logrará que maduremos.

Por eso, como con niños muy pequeños, la prohibición es la única opción. Además, nos creen poco creativos. Si alguien quiere tomarse una cerveza y tiene la mala suerte de estar a menos de dos cuadras de un hospital tiene dos opciones. La más fácil, alejarse del hospital y la más cómoda, proponerle una venta ilegal al tendero más cercano. Y es feo que la gente haga cosas ilegales.

El punto central es que una prohibición de este tipo no va a cambiar los gustos de las personas, no va a evitar que alguien se vuelva alcohólico y lo único que va a lograr es que las desagradables escenas de estudiantes borrachos sean unos metros más lejos de la universidad. Y que los empleados del hospital tengan que caminar un poco si quieren tomarse un traguito el viernes por la tarde.

Pero recordemos que los estudiantes universitarios son mayores de edad. Todos deberían tener más de 18 años y, por lo tanto, llevan al menos dos años votando. Eso significa que el Gobierno les cree capaces de elegir Presidente, pero incapaces de decidir si beben o no.

Y luego parece que el toro se olvidó que fue ternero. Me es difícil imaginar que quienes diseñaron y aprobaron esta regulación nunca tomaron una cerveza cerca de su universidad o un traguito cerca de un hospital, ya sea para festejar la alegría de un nacimiento o para hundir las penas de una enfermedad.

¿Sabía usted que en Quito también está prohibido poner un centro comercial a menos de 200 m de un mercado tradicional? Asumo que eso es parte de la idea, también conocida como sumak kawsay, de proteger todo lo tradicional, bucólico y pastoril de las ‘perversidades’ del mercado y la competencia, pero el hecho es que esa norma es parte de la ya citada Ordenanza y como siempre, relega totalmente la libertad del consumidor y del vendedor.

No, no entiendo esa manía por regular.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.


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