Netanyahu sacrifica las relaciones con EEUU para torpedear un pacto con Irán

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu (AP Foto/Gali Tibbon, Pool)

Jerusalén, 28 feb (EFE).- A menos de dos semanas de los comicios generales, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, viaja a EEUU para una comparecencia el martes ante el Congreso que ha abierto una de las peores crisis entre ambos aliados pero que, sin embargo, parece impulsar su campaña electoral.

Netanyahu acude a Washington en la creencia de que «el Congreso es posible que sea el último freno» a un acuerdo entre el Grupo 5+1 e Irán en marzo y para alertar sobre los «peligros» de dejar en manos de ese país la capacidad de enriquecer uranio, a su juicio al borde de la bomba nuclear.

En ese sentido reconoce que hará «todo lo que esté a su alcance» para impedirlo, incluido un polémico discurso que ha llevado las relaciones con EEUU a niveles sin precedentes en décadas, según analistas y dirigentes políticos en ambos países.

«El primer ministro Beguin (que gobernó entre 1977 y 1983) tuvo también serios desencuentros con Washington», recordó el ministro israelí de Exteriores, Avigdor Lieberman, «pero nunca se llegó a comentarios como estos», dijo en alusión a los que hizo esta semana la asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice.

En una demoledora crítica, la responsable estadounidense advirtió de que el discurso ante el Congreso, por invitación exclusiva del presidente republicano de la Cámara de Representantes, John Boehner, y sin el conocimiento de la Casa Blanca, es «destructivo para las relaciones» bilaterales.

Los principales analistas interpretan que se haya aceptado la invitación como una «politización» de una alianza estratégica que disfrutaba hasta ahora del consenso de republicanos y demócratas, así como del 70 por ciento de la ciudadanía estadounidense.

Pero al menos una docena de demócratas, entre ellos el vicepresidente Joe Biden, han anunciado que no asistirán a la sesión conjunta de ambas cámaras en la que hablará Netanyahu, en un boicot no oficial que pone de manifiesto el nivel de tensión con la Casa Blanca.

«¿Qué va a conseguir Netanyahu con este viaje? ¿Aplausos?», se preguntaba el exjefe del Mosad Meir Dagán en una entrevista este fin de semana con el diario «Yediot Aharonot».

Jefe del servicio de espionaje israelí durante los mandatos de Ariel Sharón, Ehud Olmert y también Netanyahu, Dagán instó a éste último a preguntarse «cuáles son los riesgos de un enfrentamiento con la Administración» de EEUU.

«El paraguas diplomático del veto (que nos facilitan en la ONU) podría desaparecer y en nada Israel podría verse frente a sanciones internacionales», consideró.

De igual manera se han manifestado los miembros del prestigioso grupo Comandantes por la Seguridad de Israel, que reúne a 200 exmilitares con rango de general y que han convocado para mañana un acto en el que alertarán de «las consecuencias para la seguridad» de su país a raíz de esta crisis.

En el centro de su disputa con Netanyahu está la pregunta de si Israel confía sobre la cuestión iraní en EEUU, un país que desde hace más de cuatro décadas le ofrece protección diplomática, el armamento más avanzado y ayuda militar por valor de 3.000 millones de dólares anuales.

Frente a la desconfianza del primer ministro, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, descrito por el diario Haaretz como «quizás el último aliado en Washington que le quede a Israel», ha asegurado que el primer ministro no conoce los detalles del acuerdo que se está negociando y que puede confiar en ellos.

Ni Kerry ni el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recibirán a Netanyahu en esta visita a Washington. El primero porque estará en Suiza negociando con Irán y el segundo por considerarlo «inadecuado» antes de las elecciones generales en Israel del 17 de marzo.

En un intento por rebajar la tensión, un grupo de congresistas y senadores demócratas le ofreció una «reunión privada», posibilidad que éste rechazó con el mismo argumento que le había dado a él Obama: no politizar su visita.

«El rechazo del primer ministro es una decepción para aquellos que hemos estado al lado de Israel durante décadas», se lamentó el senador demócrata por Illinois Richard J. Durbin.

Otros comentaristas israelíes ven el viaje en el contexto electoral y afirman que muchos dirigentes del Likud han llegado a la conclusión de que la crisis es buena como motor electoral.

«Han llegado a la conclusión de que cada bofetada de Obama sólo refuerza el apoyo al líder del Likud», escribe el columnista Yossi Verter sobre el efecto que genera la ruptura con Washington y que podría conducir a la tercera reelección consecutiva de Netanyahu. EFE

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