Dar papaya

Fabricio Villamar J.
Quito, Ecuador

Durante estos años, “dar papaya” como sinónimo de abrir la puerta para que el adversario haga escarnio de un error se ha vuelto parte del paisaje político de nuestro País.

El Ecuador entra en un proceso de ajuste casi dramático a la clase media para poder salvar los muebles de un manejo económico excesivamente generoso con los recursos públicos. Se aumentan los aranceles a productos importados para evitar la salida de divisas y sin embargo brota la noticia de que nuestro magnánimo país entregará viviendas en Cuba en los próximos meses. Si el ciudadano común se indigna, tiene razón. El gobierno dio papaya.

El Municipio de Quito decide aprobar un aumento de 45% en la tarifa mínima de uso de los taxis. El alcalde entre otras causas dice que la tarifa no se ha revisado en más de diez años y que las salvaguardas encarecen los repuestos que se usan para los vehículos. El presidente reacciona y en uso de su absoluto poder dispone públicamente al estridente Ministro Coordinador de la Economía que libere de las sobre tasas arancelarias a las llantas. Reta al Municipio a que bajen las tarifas de taxi aprobadas. Los taxistas pescan a río revuelto: les bajaron los precios de las llantas y les alzaron las tarifas. El municipio ignora la bravata. El gobierno dio papaya.

La presidenta de la Asamblea decide rescatar de algún recoveco de acetato la última estrofa de una canción de Victor Jara, mientras espera “que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan y los ricos coman mierda”. Acto seguido su foto engalana la portada de una revista en la que presume de su nueva casa, adquirida por varios cientos de miles de dólares con préstamo al Banco de la Seguridad Social Ecuatoriana. El presidente anuncia que no le debe un centavo al IESS. Los afiliados no agremiados se sienten estafados y protestan. El Presidente, la Bachiller y la Economía dieron papaya.

Un Asambleísta ex futbolista lee su intervención en el pleno. Su tez es irrelevante para los efectos de éste artículo. La lectura es grabada en video, puesta a disposición del mundo por Youtube y compartida profusamente en redes sociales. Un dibujante se refiere al hecho. El aparato de control de la Comunicación lo persigue por discriminación. La gente se solidariza con el Dibujante. El Asambleísta dio papaya. Si mejoró su lectura es irrelevante. El daño está hecho.

Lo preocupante de lo señalado, es que la gente sabía que la Presidenta de la Asamblea no tenía mas mérito que un bachillerato, que el Presidente de la República puede cambiar de opinión según cambie el viento, que un futbolista, una cantante de tecnocumbia o una reina de belleza tienen más posibilidades de ser asambleístas que buena parte del resto de ciudadanos independientemente de su preparación. Para este caso, los ecuatorianos dimos papaya.

Los ciudadanos por medio del contrato social que establecemos en la constitución y que lo aprobamos en urnas, aceptamos el imperio de ciertas reglas que asumimos son las mejores para una pacífica, ordenada y próspera vida en comunidad. Mediante elecciones, determinamos a quien otorgamos el poder para administrar recursos, fuerza pública, relaciones internacionales, promulgación de leyes, en fin, otorgamos el poder de gobernarnos.

No es raro que en el camino hasta la siguiente elección de gobernante Usted se sienta engañado o peor, sienta que la persona a la que le otorgó un mandato, lo esté llevando más allá de lo convenido. Abuso de confianza es como se lo llama en las relaciones entre privados.

Para este no poco frecuente caso, usted tiene dos opciones: o se queja durante cuatro años para ver si su próximo gobernante no lo defrauda o no lo defrauda tanto, o participar más activamente, más críticamente, más ciudadanamente en la política de su país.

Si no participa en la mejora de la política de su país, no se queje.

Si Usted mismo da papaya, no se queje.

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