El radicalismo anti-cívico

Martina Vera

Podemos, el partido de los asesores de un modelo que acentúo la crisis económica y política, así como el resentimiento social en Brasil, Ecuador, Bolivia y Venezuela, enfrenta un momento de imposibilidad en España. Ese país, lleva más de dos meses sin gobierno puesto que Podemos se niega a permitir que otros presidan la Moncloa. Al parecer, sus lideres prefieren nutrir egos políticos y ocupar cargos en el gobierno, antes que asistir a la gobernabilidad. ¿Importan más la cabeza de un par de políticos que las almas de millones de ciudadanos? Nosotros ya conocemos la respuesta a esa pregunta cuando de egos se trata.

El radicalismo anti-cívico

El oportunismo es el mejor aliado del radicalismo. Así lo demuestran los Socialistas del Siglo XXI y un Podemos trascendental en la actual gobernabilidad de España. ¿Pero, es el radicalismo el mejor aliado del civismo? La experiencia latinoamericana dicta todo lo contrario; es su peor enemigo. El radicalismo ha llevado a varios países de nuestro continente al fracaso económico, a raíz del cual, la justicia social se convierte en un mito agrio.

Ese mismo radicalismo que impulsa al fanatismo, impide fiscalizar a gobiernos que disfrazan la corrupción de gasto social e inversión. Los ejemplos abundan. En Bolivia se acusa a CAMC Engineering , empresa china administrada por la expareja de Evo Morales, de trafico de influencias por la adjudicación de millonarios contratos del estado. Esa misma empresa, opera en Ecuador con contratos de $634 millones y ya ha incumplido la construcción de varios centros ECU-911. En Brasil, el escandalo por las corruptelas de PETROBRAS eleva sospechas sobre la desviación de más de 10.000 millones de Reales, e inclusive involucra a Lula Da Silva. En Venezuela, no es necesario ni posible citar un solo caso; los hay por doquier en el país con las cuentas más obscuras del continente.

Podemos se resquebraja

Dadas las conocidas y lamentables circunstancias en las que yacen varios países latinoamericanos afines al radicalismo de Podemos, es de esperar que el movimiento sufra cuestionamientos de envergadura. Lo interesante es que aquellas dudas no provienen únicamente del 50% de los electores de Podemos, que rechazan su indisposición a permitir la formación de un gobierno socialista, sino que se generan en las bases del propio partido.

La falta de autonomía en la gestión de los ideales de distintos sectores del Podemos, así como de diversas regiones del país, merman la confianza interna en el liderazgo del partido. Ese autoritarismo disfrazado de pluralidad e inclusión, que antepone los intereses de figuras políticas a aquellos del pueblo disgusta a 10 cargos de Podemos que ya han presentado su dimisión. Aquellos colaboradores reaccionan a tiempo y ponen en evidencia que la lucha contra el autoritarismo siempre es más efectiva desde adentro. Lamentablemente en Ecuador, esa reacción proviene mayoritariamente desde afuera.

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