Las alcantarillas Kirchner

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

La cloaca de los Kirchner ha comenzado a destaparse. Luego de una década en el poder, de un poder del que abusaron y ejercieron sin control, hoy Cristina Kirchner está por irse a la cárcel, lugar donde ya están algunos de sus cercanos colaboradores. Gracias, entre otros, a la figura jurídica del arrepentimiento, cada día se va conociendo más y más de la forma como los esposos Kirchner y sus secuaces le robaron al pueblo argentino miles de millones de dólares por la llamada “Ruta del dinero K”.

Leonardo Fariña se presentó la semana pasada ante el juez federal Casanello y el fiscal Marijuan para declarar dentro de las investigaciones que ellos llevan sobre un gigantesco lavado de dinero que orquestó Lázaro Báez, un íntimo amigo de los Kirchner que en poco tiempo pasó de ser contador de un banco a millonario. El testimonio que dio Fariña, conocido también como “el valijero” –por su misión de llevar y traer dinero en efectivo en grandes fundas– fue devastador, pues facilitó nombres, cuentas bancarias, fechas, compañías, y explicó al detalle el procedimiento ideado por los Kirchner para succionar recursos públicos.

Fariña describió lo que fue un sistema de asignación de recursos para financiar obras públicas y servicios, contratadas a dedo y con sobreprecios o despilfarro, y de cómo luego estos recursos servían “para hacer caja”. La llamada “caja” servía para financiar marchas en favor del régimen, perseguir a los opositores, etcétera, es decir, para defender “el proyecto” como decían, así como para enriquecer a la élite gobernante. Un sistema que funcionó, al amparo de los esposos Kirchner. Al fiscal Marijuan no le quedó otro remedio que imputar a la expresidenta en la instrucción. Además, el domingo la justicia argentina allanó las oficinas de un escribano de Río Gallegos, que ha jugado un papel clave en el diseño de este sistema, y tomó control de cajas con documentos y computadoras.

La causa que sigue el juez Casanello no es la única que se cierne sobre Cristina –ella enfrenta llamados a declarar en otras investigaciones–, ni el testimonio de Fariña es el único que ha ayudado a destapar la cloaca que ella y su esposo ingeniaron. Pero son sin duda las más graves hasta el momento. Fariña hizo estas revelaciones bajo la fórmula del arrepentimiento. Dicha fórmula, así como la del testigo protegido, han servido para desbaratar organizaciones mafiosas, pues contribuyen a romper la ley del silencio que impera en ellas. La limpieza del sistema político italiano, la operación de “manos limpias”, de los años 90 utilizó eficientemente estas fórmulas.

Claro que ni en Italia ni en Argentina, ni en ninguna otra parte del mundo, no hay fórmula jurídica que valga si no hay un cuerpo de fiscales y jueces honestos, una sociedad civil activa y una prensa independiente. Además, debe recordarse que los Kirchner no lograron controlar y domesticar a todo el sistema judicial para que les sirva de escudo protector, tal como lamentablemente ha sucedido en nuestro país. (O)

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