Y nadie hace NADA…

;aríasol Pons

Ubiquémonos. Estamos en una discusión acerca de las nuevas denuncias de corrupción o de las mentiras de quienes nos gobiernan, la gente se queja “es el colmo, ahora qué nos va a pasar, nunca antes había pasado lo que ahora” y terminan con esta frase “y nadie hace nada”. Un suspiro fatídico inunda la sala y todos callamos en desesperanza.

Querido ciudadano ecuatoriano y del mundo: nadie hará nada mientras usted mismo no lo haga. Esa compulsión de buscar culpables o héroes no resolverá la nefasta crisis económica, ni reducirá los impuestos, ni evitará la corrupción. Esa sensación de impotencia al respecto de cosas tan grandes que ocurren, que nos afectan moral y económicamente puede detenerse cuando resolvemos ser responsables y asumir el compromiso de cambiar; cada cual en su ámbito, pero hacerlo. ¿Cómo? por ejemplo, ejerciendo su derecho a informarse, no se puede quejar si no se informa de lo que ocurre. Aún cuando la Ley de Comunicación es amordazante, los medios (unos más que otros) hacen un esfuerzo por presentar información pertinente, recibamos esa información para que nuestro criterio tenga más fundamentos y por ende, seamos menos manipulados.

No todo lo que brilla es oro y por eso no hay que creer todo lo que se escucha, lee o ve. Es nuestra responsabilidad, para combatir ese “y nadie hace nada” indagar, comentar y validar la información para así tener posiciones claras. Posiciones claras y propias que podemos ejercer en todo aspecto de nuestras vidas, que al final es todo nuestro ámbito. En nuestro trabajo, con nuestra familia, con nuestros amigos, ser nosotros mismos y no dejarnos arrastrar por corrientes de propaganda que intentan anular el pensamiento crítico en la sociedad. Para esto es necesario reaccionar respetuosamente ante los hechos y comprometerse saliendo de nuestra zona de confort. Esto no es una invitación a convertirnos en jueces de la vida de los demás sino a involucrarnos en aquello que se llama “la cosa pública” y que nos afecta a todos los ciudadanos de una nación. Si un grupo se fortaleció tanto en el poder y armó tal estructura que hoy es capaz de controlar casi todo el aparato estatal es porque otro grupo se lo permitió. Es probable que los petrodólares hayan contribuido a un adormecimiento del cuestionamiento propio de una democracia y de ahí el silencio que lo permite casi todo. Miren el ejemplo del retiro de la ley de plusvalía y herencia cuando el pueblo dejó de callar.

A mí me resulta chocante ese “y nadie hace nada”. La comunidad es sistémica, somos un círculo que transmite punto a punto sus inquietudes y sus emociones. Quizás ante el gobierno nos podamos sentir insignificantes pero esta visión es errada, pues al gobierno lo levanta su pueblo. Un pueblo responsable, informado y activo que requiere respuestas serias frente a abusos e incongruencias, no un pueblo distraído como sucede en Venezuela cuyo gobierno tiene a la población tan emproblemada que llegaron al punto de tener que resolver a diario dónde consigue la leche o a qué hora debe levantarse para hacer una eterna fila y poder comprar comida porque sus espacios de protesta están ya preocupantemente disminuídos.

Estamos a tiempo de “hacer algo” comprometiéndonos como observadores activos de nuestro país y su futuro, que es nuestro futuro y el de nuestros hijos. Si observamos podremos actuar oportunamente. La próxima vez que escuche o diga “y nadie hace nada” pregúntese primero qué hace usted al respecto porque la responsabilidad es de todos.

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