La suerte de los capayas

La cortina de humo que ha escogido no le ha sido difícil lanzar, ni es nueva. Después de todo, lleva años jactándose de un machismo enfermizo, denigrando y cosificando a las mujeres. Parecería que la misoginia sería otro de los rasgos de su personalidad. Además de presidir lo que muchas organizaciones internacionales califican como uno de los gobiernos más corruptos del mundo, resulta que también se solaza inyectándole a la sociedad ecuatoriana el veneno del odio y violencia sexual. Y pensar que ahora pretende seguir en el poder cuatro años más a través de un encargado de gobierno.

Pero no hay cortina de humo que alcance ni desodorante que funcione para ocultar la pestilencia de la marea de corrupción. Gracias a la valentía y perseverancia de los pocos periodistas y medios independientes que sobreviven, ha sido posible destapar otra alcantarilla en el área energética. Y con ello sigue desnudándose de cuerpo entero el saqueo de dineros que son del pueblo, pero que han ido a parar a los bolsillos de los nuevos ricos. Debe recordarse que son más de 350 mil millones de dólares que han pasado por las manos de los capayas en estos años. Y no debe olvidarse que lo de la Refinería de Esmeraldas es apenas una gotita de agua en el enorme chorro de dólares que pasó por esas manos. Es una gotita comparada, por ejemplo, con las hidroeléctricas y otras obras monumentales, contratadas a dedo con empresas estatales provenientes de naciones conocidas por su corrupción endémica.

Sin embargo, los capayas son gente con suerte. Su jefe no solo que controla a su placer todos los poderes públicos, especialmente el aparato judicial, cosa que le permite definir con anticipación las responsabilidades de los inculpados, quién se va y quién se queda, etc., definición que luego es rigurosamente obedecida por sus juececitos. Sino que además su jefe ha metido tanto miedo a los diputados de oposición que estos declaran ahora por televisión que no les corresponde fiscalizar y que solo lo harán cuando ganen las próximas elecciones. Increíble. En Argentina fue gracias a la diputada Carrió que esa otra mafia liderada por Cristina está siendo procesada. Durante la dictadura de los Kirchner, ella sola –pues su partido era y es minoritario– tuvo los cojones de presentar sendas denuncias penales sin importarle las consecuencias. Carrió cumplía con su deber.

Tal es el grado de penetración de la corrupción en nuestra cultura que hasta salen encuestas diciendo que al pueblo eso no le importa, sino el desempleo. ¿Y por qué no le preguntan al pueblo qué prefiere: que su dinero esté en los bolsillos de la banda de los capayas o que esté invertido en salud, educación, justicia, desarrollo agrícola, vivienda, trabajo digno, etc.? Y veamos qué responde. (O)

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