La belleza y sus filtros

La belleza de un lindo gesto, la belleza de un hombre o de una mujer, la belleza de una pieza musical, la belleza de un momento irrepetible y así pudiera seguir por miles de palabras.

Lo bello fluye, no necesita ser indicado o subrayado porque es ahí cuando pierde su belleza. Sólo que me detengo en esa pausa después del punto seguido porque el concepto o percepción de belleza cambia notablemente según quien lo determina, bien dice el dicho “la belleza yace en el ojo de quien la mira”. El concepto estético de belleza incluso varía entre clases sociales, entre género y religión. La belleza siempre ha sido importante, si no recordemos a la Nefertiti o a Robert Redford. La belleza despierta pasiones y puede ser una desventaja o ventaja a la hora de trabajar, es decir que los bellos no siempre rigen el mundo ¡por suerte!

En el contexto actual en el cual nos desenvolvemos, la humanidad vive una competencia avasalladora por la belleza, la existencia de las redes sociales catapulta las intenciones más morbosas del ser humano. Hay tantos adefesiosos subiéndose en redes en un afán de comercializarse, que lo que hacen es acribillar el concepto de belleza. La necesidad de mostrarlo, de “propagandearse” abre una ventana muy íntima a la inseguridad de tener que demostrar tu belleza, y si tienes que demostrarla es porque probablemente ni tú estás seguro de tenerla.

El problema de fondo está en los más jóvenes y en esto pecamos las mujeres. Las chicas sienten una competencia casi selvática de atención y están dispuestas a subir fotos a redes que jamás deberían ser de consumo público. Sus mamás, probablemente, hacen lo mismo. Y como todo en la vida, la negación será el primer mecanismo a la mano para no querer ver aceptar lo que incomoda. Las redes dan demasiado lugar para conductas inapropiadas. Dan espacio para fotos que mandan mensajes incorrectos, o ¿realmente el mensaje es el correcto? Como el de una mujer casada mostrándose ante sus seguidores para que vean continuamente sus fotos cuidadosamente pensadas para promocionarse y sentir la adrenalina que no encuentra puertas adentro. Si eres modelo de Lycra lo entiendo, si no eres modelo, entonces deja de ser belleza para convertirse en morbo. Esas fotos tienen un propósito y el receptor lo sabe, lo acepta y lo disfruta. Esto es dando y dando.

Y con esto vuelvo al inicio del artículo, porque no soy ni feminista ni machista, no soy nada. Soy una observadora de la cultura, soy fan de los conceptos y de la claridad. Es así que podemos poner, en honor al humor, “cuenta de autopromoción” y así sería hermosamente sincera! Luego viene el abogado del diablo y me pregunta: ¿No crees que en este mundo, diseñado por seres terrícolas, todos vivimos en un eterno delirio de auto promoción? Es probable – contesto- pero me resisto a heredar una cultura que trabaja con tanto ahínco sobre lo falso. Yo le pregunto al abogado del diablo: ¿ya le quitaste todos los filtros a la foto? Cuando hayamos quitado los filtros, encontraremos la verdadera belleza.

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