Que algo cambie para que nada cambie

La pelea entre el Fiscal Carlos Baca Mancheno y el asambleísta José Serrano es producto de antiguas cadenas de mando. Un tercero, perjudicado, puso en conocimiento público lo que se ha sabido por mucho tiempo: que el correísmo lo tapaba todo y el morenismo ahora lo acomoda para gobernar. Los pactos y alianzas están en la mesa del día y lo que antes estaba claro por el liderazgo megalómano de Correa, hoy cambió. Antes la denuncia hubiera salido a la luz pública, pero nadie se hubiera atrevido a actuar sobre ella simplemente porque así sucede en las dictaduras. La gente calla por miedo incluso a perder la vida.

Cansa escribir todo el tiempo de lo mismo, como si no hubieran otros temas a explorar, sin embargo la evidencia de corrupción crispa hasta al más cínico. Saliendo de la dictadura continuamos observando en términos de absolutos, pero este gobierno no camina por ahí.

La bancada de oposición estuvo dividida desde el principio y da gusto ver asambleístas que votan de acuerdo a sus principios y no a las órdenes del bloque. Realmente con el correísmo experimentamos la podredumbre más grande, es tanto que no se puede creer. El desafío está en la población que debe escoger entre aceptar el mal menor o insistir en lo que realmente es bueno para el país. La trampita está en que esta frase podrá ser adaptada a cualquier ideología o manipulación de la realidad. A mí no me gusta generalizar, como leía en un articulo de opinión, eso de que “los políticos son todos sucios” porque simplemente creo que es errado afirmar aquello.

Tanto en la literatura Orweliana como en los textos de Noam Chomsky se puede observar la característica que prima en la sociedad jerarquizada planetaria -no importa qué orden económico diga representar, la jerarquía es el factor común-. Siempre habrá una minoría que manipula a la mayoría. En las estructuras de poder se debe reconocer que este es efímero y que se diluye a través del tiempo en las manos de quienes hacen todo por obtenerlo; ya sea malo o bueno.

En las ponencias de estos individuos que entran al ojo del huracán verde flex, se repiten palabras -vacías- invocadoras de heroísmo, patriotismo, honestidad, principios legítimos y servicio desinteresado. Es tan común que produce un revuelco popular de apatía. Ya vendrá el siguiente y veremos qué hace, pero no se espera mucho de él o de ella, especialmente si viene de esa misma escuela de gobierno donde se tiene la cara muy dura y la sangre muy fría. Hay cambios en el tablero, las fichas se mueven, si no hubiera movimiento entonces estuviéramos muertos.

Los gobernados se convierten en víctimas cuando abandonan su capacidad de cuestionar y de escoger. Observemos un principio del Gatopardismo; “Se requiere que algo cambie para que nada cambie” y eso es lo que ocurre. Mientras sigamos haciendo la fila para criticar y no para actuar distinto, estaremos contribuyendo a que unos construyan la realidad que los otros permiten.

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