El costo de la democracia

Uno en particular habla sobre como las autocracias -Can Democracy save itself? Ronald Inglehart- y como estas han aumentado en los últimos años en países ricos. Si bien la democracia, como modelo de conducción social, aumentó con paso marcado durante el siglo XX, las autocracias se han concentrado en la segunda década del siglo XXI. Según el autor esto se debería al problema de la migración, la creciente influencia de la tecnología en la vida cotidiana así como la tecnología aplicada a la productividad visto como puestos de trabajo, entre otras cosas.

La inseguridad como elemento recurrente en la vida de las personas, donde los antiguos caminos hacia el “éxito” ya no funcionan como en el pasado harían, según Inglehart, que “la población mayor empieza a sentir que no vive en el mismo país en el que nacieron” haciendo que el discurso populista de restaurar X y Y valores haga mella en grandes porcentajes de la población resultando en la radicalización de las políticas públicas. Lo mismo es sugerido por el filósofo Zygmunt Baumann y su teoría de los tiempos líquidos donde hace particular referencia al tema de la migración en un contexto internacional de absoluta incertidumbre y todo lo que eso conlleva en la psiquis humana.

Se presenta una sociedad aburrida, que cada vez más gira alrededor de la inmediatez y de no mirar aque-llo que la incomoda; los balseros, las pateras, los campos de refugiados, la corrupción, la inequidad. La respuesta no está en cerrar la puerta y mirar a la pantalla -o la telepantalla del Gran Hermano- sino en entender la fuente del problema. El mundo de hoy es mucho más rápido producto de la interconexión planetaria que permite una interacción constante de la opinión pública, así como es un vehículo de in-fluencia en el comportamiento humano entre puntos geográficamente lejanos. Por eso el modelo cubano es tan impensable en la actualidad y sobrevive gracias al aislamiento de la población; ellos tienen el origen de su historia con mucha anterioridad y en otro contexto mundial que exige que el cambio sea aún más apremiante. Realmente impresentable es la situación en Venezuela, parece propia de otro tiem-po.

Volviendo a los países ricos, la desembocadura en líderes con tendencia autocrática se comprende desde el punto de vista de una sociedad a la defensiva. Esas sociedades quieren proteger lo que tienen a cual-quier costo y se escudan en líderes que presentan un discurso agresivo contra las amenazas. Esto fun-ciona tanto para el populismo socialista como para el de derecha. Sin embargo, la lógica nos lleva a reflexionar que a ningún ser humano le gusta abandonar su hogar de manera voluntaria, este se hace siempre por una promesa de mejora. Si las democracias, sobretodo las ricas, que se encuentran en riesgo de ser “invadidas por la necesidad” quieren perpetuar su manera de vivir, harían bien en reconocer erro-res del pasado y del presente que hacen que esas poblaciones lleguen a un punto tan crítico que tienen que dejarlo todo para conservar la vida. No se trata de ir a un mundo socialista de un supuesto control para la equidad porque está comprobado que es un modelo fracasado; se trata de reconocer que el mun-do corporativo debe tomar en cuenta de manera inclusiva el desarrollo social humano para llevar a cabo una motivación adecuada porque, al final, no hacerlo saldrá más caro.

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