No sabía

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

El presidente ha optado por defenderse de los gravísimos hechos recientemente denunciados aduciendo que él nada conocía. No conocía que su campaña electoral recibió aportes ilegales por millones de dólares de manos de empresarios que han tenido contratos con el sector público, así como de entidades gubernamentales. En otras palabras, quienes deberían responder ante la justicia serían dichos contratistas privados y funcionarios públicos, así como los encargados de recoger y distribuir sus aportes ilegales. Pero no él, pues él, el candidato que se benefició de estos dineros ilegales, dice que nada sabía.

Esta defensa de no saber nada no es nueva. La viene esgrimiendo por meses el jefe de la pandilla que nos gobernó por una década y que hoy vive cómodamente en Bélgica. Igual cosa dijo en su momento el expresidente Lula, que hoy guarda prisión por haberse comprobado que una contratista pública le construyó gratis un departamento de lujo en Sao Paulo. La defensa de no saber nada sobre aportes ilegales también la usaron en su momento algunos expresidentes del Perú, desde Fujimori hasta Kuczynski pasando por Toledo, Humala y Alan García. La expresidenta Cristina Kirchner en Argentina, que está procesada penalmente, también dice que no sabe nada de las entregas de dinero de contratistas que fueron registradas en unos cuadernos de un exfuncionario. El expresidente de Panamá Martinelli, que está procesado penalmente, también dice que no sabía nada de aportes ilegales, y lo mismo dijeron algunos expresidentes de Guatemala procesados. El expresidente Nixon, quien optó por renunciar antes de someterse a un impeachment y que se salvó de ir a prisión por el indulto que le concedió su sucesor, siempre sostuvo que nada sabía.

Se desconoce si el presidente tenga éxito con su defensa de que nunca supo nada con respecto a las contribuciones ilegales a su campaña y de otras cosas que están descubriéndose. Pero a estas alturas sí debe haber caído en cuenta de algunas situaciones: que uno de los aportantes a su campaña (un extranjero) controla un emporio de frecuencias de radio y televisión en violación de lo que mandan la Constitución, la ley y un informe de la Contraloría; que un ministro suyo está vinculado con una de las empresas aportantes, contratista preferida del sector público; que otro de los aportantes es un señor cuya empresa de telecomunicaciones tiene un contrato con el Estado y quien en su momento dijo olímpicamente que un día le llegaron millones de dólares a su cuenta; que otra empresa aportante es la responsable del atraco de Coca Codo Sinclair; que su campaña se benefició de los impuestos para socorrer a las víctimas del terremoto de 2016. Y así por el estilo. (¿Será todo esto una mera coincidencia?)

¡Qué suerte es gobernar sin oposición! En otras épocas y con otros líderes en la escena nacional, otro sería el cantar. Es que evidentemente los hechos develados ya rebasaron los cauces judiciales para ubicarse en el campo de la ética y la política, un campo que hoy más bien parece un páramo. (O)

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