Guayaquil, Ecuador
No sólo ha sido un simple lema. Al contrario, Guayaquil se lo ha ganado a través de la historia, por sus acciones, por su compromiso, por su solidaridad, por su generosidad y patriotismo. En las luchas por la independencia, el aporte de Guayaquil fue decisivo, en la defensa contra los ataques de piratas demostró su bravura y coraje; no se amilanó con los voraces incendios que casi arrasaron con toda la ciudad, se levantó como el Ave Fénix para seguir existiendo con más valor y energía. Combatió sin tregua a las epidemias y endemias que asolaban nuestro trópico, la viruela, la tifoidea, paludismo, fiebre amarilla, peste bubónica. Sigue enhiesta y pujante.
El Presidente de la República, frente al peligro del contagio devastador de la pandemia del coronavirus, declaró el Estado de Excepción en todo el territorio nacional, considerando que se trata de una “calamidad pública”. No hay que olvidarse que, “Un régimen de excepción es un mecanismo contemplado en la legislación del país para afrontar situaciones extraordinarias y graves (catástrofes, desórdenes públicos, guerras, etc.) que incluye mayores poderes para el Gobierno y las Fuerzas Armadas y de ser necesario la suspensión o restricción de algunos derechos fundamentales”.
A más del decreto de “Estado de excepción”, el gobierno declaró Zona Especial de Seguridad (ZES) a la provincia del Guayas y a Guayaquil, por ser la ciudad de mayor incidencia de la epidemia.
Con esta medida se trata de establecer un control más riguroso de la población y sus recursos y evitar un mayor contagio. El Art. 38 de la Ley de Seguridad Pública y del Estado establece con claridad, que “La Zona Especial de Seguridad es un espacio territorial cuya importancia estratégica, características y elementos que la conforman requieren de una regulación especial, con la finalidad de garantizar la protección de esta zona ante eventuales graves afectaciones o amenazas a la seguridad objeto de esta ley. Son sujetos de regulación especial los bienes, espacios geográficos, servicios y actividades que se encuentren en esta zona”.
Por lo tanto se intensifican las medidas de control y seguridad, bajo un mando único. Ese mando deberá ejercer el militar que haya sido designado con gran liderazgo y firmeza. Se asignará tropas necesarias que permitan articular las operaciones militares y las acciones policiales con una misión específica.
El mando único es esencial en estas circunstancias y la cadena de mando debe respetarse con rigor: el resto de autoridades funciona como un “estado mayor”, cada una responde por una tarea asignada, la misma que previamente se ha discutido y ha sido aceptada en forma consensuada. No hay espacio para ningún protagonismo, todas las autoridades deben arriar las banderas políticas y trabajar con fe y patriotismo por una causa común que es el bienestar de los ciudadanos de la provincia, la ciudad y el país.
No es la primera vez que Guayaquil es declarada Zona Especial de Defensa o Seguridad. En 1981, con motivo de la “Guerra de Paquisha”, el mando militar creyó oportuno darle esa categoría a la ciudad, considerando la importancia estratégica y que corría el riesgo de ser blanco de los ataques aéreos de la aviación peruana. Guayaquil estaba al alcance de los aviones que podían despegar desde la Base Aérea de Talara y destruir Puntos Estratégicos como el Terminal “Tres Bocas”, los tanques de almacenamiento de combustible, el puente de la Unidad Nacional, el aeropuerto y sobre todo el Puerto Marítimo. Todas estas instalaciones constituían puntos estratégicos vitales para el país.
Ahora la amenaza es un enemigo silente, fantasmal y mucho más letal que una guerra convencional. Guayaquil tiene historia, capacidad, recursos, organización y la gran voluntad de lucha. Lo primero que se debió declarar, que todas las instalaciones sanitarias de la ciudad y de la provincia, pasen a control del Estado.
Guayaquil tiene la suerte de contar con la Junta de Beneficencia. Su gran capacidad, altruismo y experiencia ha protegido siempre a los ciudadanos desde que nacen hasta que mueren; un municipio con personal, organización y medios para ayudar a remediar esta tragedia. El Benemérito Cuerpo de Bomberos, su presencia en toda la ciudad es vital. Pueden constituirse en centros de acopio de donaciones y colaborar con el Municipio en el reparto de agua potable a las áreas marginales que necesiten.
Igual, el Servicio de Sanidad de las Fuerzas Armadas y sus Hospitales Quirúrgicos Móviles, entrenados para paliar los estragos de la guerra, con su personal de médicos, enfermeros y auxiliares; además, las escuadras de camilleros y sepultureros. Las entidades de control de tránsito deben cumplir su trabajo con rigor, pero al mismo tiempo no deben poner obstáculos y facilitar la movilidad de vehículos que transportan alimentos.
Se debe intervenir en las Aduanas y aprovechar las mercaderías en abandono; en 1981 a través de un control estricto se repartió en la ciudad y el país ingentes cantidades de ropa, zapatos, telas para sábanas para los hospitales, incluso vehículos. Guayaquil prácticamente se convirtió en el centro de abastecimiento del país.
Igual las organizaciones gremiales y sociales, siempre están listas para colaborar desinteresadamente, llenas de voluntad y de amor a su ciudad y a su patria.
Aún estamos a tiempo, la voluntad de las autoridades debe estar sobre cualquier legítima aspiración política, no es momento para aquello; la ciudad, la provincia y el país necesitan que sus líderes respondan al clamor ciudadano en estos momentos que esta tragedia inédita nos trata de desbordar.