Pekín, 30 ago (EFE).- De epicentro del coronavirus a capital de la envidia mundial: Wuhan, la ciudad china en la que se detectaron los primeros contagios, proyecta estos días una imagen de normalidad que ha provocado incredulidad, celos y admiración tras meses de soportar unas estrictas medidas preventivas.
Las imágenes publicadas por los medios estatales muestran el transcurso tranquilo de la vida en la capital de la provincia centro-oriental de Hubei, donde incluso en espacios cerrados hay quien no hace uso de las anteriormente ubicuas mascarillas, mientras que en buena parte del planeta el virus continúa causando estragos.
Restaurantes llenos, centros comerciales en pleno funcionamiento, calles abarrotadas en el centro de la urbe y hasta una discoteca atestada de gente que bailaba (con boca y nariz a la vista) música electrónica el pasado viernes por la noche transmiten la idea de que la normalidad, o algo que se le parece mucho, ha regresado a Wuhan.
Lejos queda aquel 23 de enero en el que se decretó el confinamiento de la ciudad entera por el coronavirus. Fue la primera cuarentena municipal en todo el mundo, y la medida -que se empezó a levantar de forma progresiva a partir del 8 de abril- también provocó entonces sorpresa y sospechas en buena parte del planeta.
DESPERTANDO TRAS UNA PESADILLA
«Es como si hubiera sido una pesadilla y ahora estamos despertando», cuenta a Efe un residente de la ciudad que prefiere permanecer en el anonimato.
«Poca gente lleva ya la mascarilla aquí -continúa-. En el metro todavía hay quien sí lo hace, pero en otros lugares, casi nadie».
Para llegar a este punto, Wuhan -de unos 11 millones de habitantes y donde perecieron 3.869 de los 4.634 muertos que las cifras oficiales dicen que han perdido la vida a consecuencia de la COVID-19 en toda China- se vio sometida a una draconiana cuarentena que se mezcló con el miedo inicial por el desconocimiento del virus y las prácticas censoras y represivas de las autoridades locales.
Se autorizó la circulación de únicamente los servicios esenciales y el transporte público quedó paralizado.
Solo se permitía salir de casa a abastecerse de alimentos a una persona por unidad familiar durante una hora al día (a la que se tomaba de forma rutinaria la temperatura corporal) y el uso de mascarillas fue obligatorio desde que se confirmó que el virus se podía contagiar por aerosoles.
Las aplicaciones de rastreo se pusieron en marcha casi desde el inicio y también las compras por internet, cuyos repartidores las dejaban a la entrada de las viviendas para reducir el contacto físico.
Para el combativo diario nacionalista Global Times, «la experiencia de China en su respuesta a la epidemia y sus medidas han convertido a Wuhan -donde no se registran contagios locales desde el 18 de mayo- en el lugar más seguro del mundo ahora mismo».
EL CURSO ESCOLAR ARRANCA EL MARTES
En un contexto así, no es de extrañar que el curso escolar vaya a comenzar este martes, 1 de septiembre, para los casi 1,4 millones de alumnos de educación primaria, secundaria y guarderías de la ciudad.
El subdirector del Departamento de Educación de Wuhan, Wang Chifu, señaló esta semana que «no hace falta que los estudiantes se coloquen la mascarilla en el campus, pero deberían llevarla por si acaso».
Las autoridades sí recomendaron su uso en el trayecto hasta y desde el centro educativo, y aconsejaron evitar el transporte público para ir al colegio con el objetivo de minimizar el contacto humano, e insistieron en mantener la distancia de seguridad e higiene de manos.
Por su parte, algunas universidades comenzaron las clases el pasado día 24, aunque estudiantes de distintos cursos y centros se seguirán incorporando de manera progresiva hasta el 13 de septiembre, día en el que se unirán los alumnos de primer curso.
«Es bueno que volvamos a las aulas. Aunque hemos asistido a clases a distancia durante meses, no es lo mismo que la enseñanza presencial», opina Zhu Chengkang, un estudiante de Derecho de segundo año citado por el rotativo local China Daily.
Al igual que en colegios y guarderías, se controlará la temperatura corporal de los estudiantes, que deberán informar tan pronto se detecten posibles síntomas de la COVID-19.
EL RESTO DEL PAÍS TAMBIÉN AVANZA
La situación de desahogo y de relativa vuelta a la normalidad tras mantener la pandemia bajo control va camino de ser la misma en el resto del territorio.
La potencia asiática ha empalmado (siempre según los datos oficiales) 14 días seguidos sin contagios locales y la región noroccidental de Xinjiang, escenario de uno de los últimos rebrotes, ha rebajado su nivel de emergencia sanitaria este mismo sábado.
En Pekín, que registró un rebrote en junio, el personal de muchos locales comerciales y de ocio aplica ya con laxitud (o, directamente, no aplica) medidas como el control de temperatura o demanda el escaneo de códigos móviles de reconocimiento rápido que garanticen el buen estado de salud del visitante.
Y aunque en Wuhan resulten especialmente llamativas las imágenes de fiesta sin mascarillas ni distancia de seguridad por haber sido el punto de partida de la pandemia, la escena es habitual en China, desde la capital hasta la ciudad tropical de Sanya, en el sur, pasando por las orientales Shanghái o Qinhuangdao. EFE (I)