Kulta al agua

Juan Ignacio Correa

Guayaquil, Ecuador

Días atrás me encontraba en medio de mi grupo de ciclismo cuando escuché que un colega decía, Todos queremos que este pana Lasso ya deje a Yaku pasar a la segunda vuelta, porque sino, nos toca Correa. Mientras otros admitían estar de acuerdo, quien pedaleaba a lado mío sintonizaba el programa Contacto Directo de Ecuavisa, Podrías utilizar audífonos, le reclamé, y es que la música de este programa condiciona mi comportamiento matutino, reforzando con frecuencia mi necesidad de contestación a cualquier conversación política. Pero en esta mañana el daño ya estaba hecho, y cuando mi colega expresó su opinión, y observé que todos se lanzaban como patos a tan importante aseveración, yo le respondí, Por qué crees eso. Lo dice todo el mundo, me contestó.

En la tarde, quizás aún afectado por haber escuchado la música del programa de entrevistas, la voz de Espín y de Artieda, me pasé por el twitter del candidato Yaku Perez y encontré este tweet sospechoso de adoctrinamiento, Cómo es posible que la quinta fuerza política del país quiera desplazar a la segunda fuerza, tenemos 26 asambleístas de Pachakutik vs 12 de CREO. Nosotros somos los únicos que podemos vencer al autoritarismo correísta en la segunda vuelta (Perez, 2021).

Después, decidí escuchar y resumir opiniones de los autoproclamados analistas y tweets de aún no-proclamados analistas para tantear su efecto social; casi todos, y de forma abrumadora, afirmaban la conjetura expresada por el candidato. Recopilado todo y esperando hacer sentido del
material, pasé por mis archivos de referencia y encontré las robustas investigaciones que Philip Tetlock publicó en su libro, El juicio político de los expertos, cuyos resultados hicieron evidente que los analistas eran igual de malos que los no-analistas en cuanto a predecir el futuro se refiere, inclusive cuando sus predicciones se basan en métodos cuantitativos sofisticados (Tetlock, 1999).

Apoyado en Tetlock, decidí continuar estudiando este material sin hacer diferenciaciones cualitativas, sin categorizar por analistas o no analistas e insistí en la explicación del consenso a nivel cuantitativo, Por qué tanta gente está de acuerdo que Yaku es el único que podría ganarle al Correismo. Lo que encontré en primeras instancias no fue sorprendente. La explicación prevalente se sustentaba en construcciones sociales estereotípicas disfrazadas de suposiciones educadas, fraseadas con el candidato Lasso como sujeto.

Es decir, que a la pregunta, Porqué Yaku es el único que puede vencer al Correismo, la mayoría respondió de la siguiente forma: Porque Lasso es banquero…Porque Lasso es oligarca…Porque Lasso está asociado al feriado bancario…Porque Lasso es de derecha. Ninguno de estos porqués están cerca de ser explicaciones, pero es verdad que sería ilusorio pedir que fuera de otra manera, así lo reconoce el politólogo Steven Feldman en su ensayo sobre ideología política al argumentar que la gran mayoría de individuos ostentan una ideología informal e insustancial simplemente porque no necesitan una superior para tomar una decisión al momento de votar (Feldman, 2013).

De modo que, siendo estas frases poco sorprendentes, naturalmente predecibles, y no-explicativas, decidí estudiarlas con mayor detenimiento, y fue entonces cuando encontré algo que a mí me tomó por sorpresa: las premisas que respaldan la opinión de mi colega ciclista, de Yaku y de un grupo significativo de ecuatorianos y ecuatorianas son esencialmente correístas, es decir, podemos trazar su origen al discurso homogéneo, violento, masivo y condicionante que el ex-presidente Rafael Correa difundió de forma incremental durante su mandato.

Esto quiere decir que cuando el candidato Perez, mi colega ciclista y el resto de electores proclaman que Yaku es el único que puede vencer al autoritarismo correísta en la segunda vuelta, lo hacen basándose en premisas esencialmente correístas puesto que en Correa tienen su origen.

Este fenómeno debe poner en estado de alerta al anticorreísmo cuando hace sugerencias electorales, pues estas se sujetan del correísmo y por tanto pecan de ser, más que insustanciales, cínicas y contraproducentes. También, este fenómeno nos puede enseñar cuan penetrante e influyente puede ser el discurso de Correa, inclusive en medio de los anticorreistas, a consecuencia del ecosistema de condicionamiento al cual la sociedad fue sujeta durante una década, donde aprendió el sistemas de creencias que optimizaba las oportunidades del correísmo de perennizarse en
el poder.

Este sistema de creencias es influyente a lo largo del espectro político, mi observación lo sugiere y el comportamiento lingüístico del anticorreísmo lo sustenta. Como pato o kulta, el Anticorreísmo se lanza al agua, sin entender que quien les empuja es Correa.

Referencias
Feldman, S. (2013). Political ideology.

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