¡Ganamos!

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

El Ecuador es el gran vencedor de la jornada. Gracias al tesón de un candidato centrado, dedicado y coherente, el pueblo logró identificarse con su esencia, generosa, sin pliegues, sin amenazas y sin trampas. Una sensación de alivio invade hoy a la mayoría de los ecuatorianos.

Ganó el candidato que representa la democracia, la alternabilidad y la unión. Y ganó en todo el País, porque la suma de votos de sus habitantes no se puede medir con vara de provincia, sino con criterio de nación. Esa nación que logró mirar de frente al populismo, a la división, a la agresión y a la diatriba, y supo derrotarla sin violencia, pero con memoria.

Un pueblo, como los hombres, requiere del tiempo y la experiencia para madurar. Y el Ecuador hoy demostró su madurez política y hay que felicitarlo. Porque no se dejó embaucar por los lideres locales, por el oportunismo, ni por los intereses partidistas, ni las manipulaciones revanchistas.

Un pueblo que no se asustó ante las amenazas de agresión y violencia, y eligió al mejor candidato para la presidencia de un país urgido por encontrar soluciones. Con instinto, sin vanidad pero con coherencia, miles de personajes anónimos cumplieron su tarea con patriotismo, dedicación y gallardía.

Estuvieron prestos a sostener las amarras cuando el barco parecía alejarse a la deriva, arengaron a quien quisiera escucharlos a través de todos los medios, unidos por un ideal y un anhelo y sin cálculo personal alguno. Y se logró lo improbable. Vencer a un populismo agresivo, millonario, prepotente, sin escrúpulos y sin límites. Una victoria clara, inapelable y aleccionadora. ¡Claro que se puede!

¡Hoy Ecuador lo ha demostrado! Hemos vencido al fantasma del totalitarismo y hemos convertido al País en un referente a seguir para tantas naciones aún subyugadas. Hemos aclarado muchas dudas y despejado incógnitas en un Ecuador que había perdido la fe en sus instituciones.

Es el momento de cicatrizar las heridas. Es el momento de renovar la fe en nosotros y en nuestros semejantes. Sin odios estériles ni exageraciones alarmistas. Hoy ganó un ideal de centro y lo respaldó una población centrada. Es una puerta abierta a la esperanza. A Lasso le corresponde dirigir este reencuentro, y a nosotros el apoyar sin mezquindad los esfuerzos hacia la recuperación de los valores fundamentales, que habían desaparecido en manos de líderes sin escrúpulos.

Muchas cosas quedan en el tintero. Entre las más importantes, la constatación del daño que puede hacer una conducción errónea. La certeza que no habrá persecución pero tampoco olvido. La suspicacia sobre los resultados de hace cuatro años. La urgencia de cambiar los conceptos sobre el manejo del Estado. La impostergable necesidad de lograr eficacia en la educación y la salud. El apoyo a la producción y la simplificación de la tramitología burocrática. La apertura hacia el capital de riesgo y la tecnología.

Inmensa tarea la que nos espera a todos. Pero hemos demostrado que entendemos muy bien los porqués y es hora de aplicar el cómo hacerlos realidad. Ese esfuerzo de unión y solidaridad es sin duda lo que nos permitirá, a partir de mañana, un nuevo inicio hacia el real progreso, que tan esquivo nos resultó en los años anteriores.

Que el nuevo mensaje sea opuesto al odio, al enfrentamiento y al abuso. Que enarbolemos la bandera del respeto a las diferencias, y la unión entre los verdaderos patriotas. Muy dura es la tarea. Pero mucho más duro habría sido perder la libertad en manos de los totalitarios. Que la primera victoria sea pues el inicio de una retahíla de aciertos para lograr un verdadero progreso para todos, sin distinción de razas, condiciones sociales y demás diferencias. Cada cual deberá cumplir su tarea, y la transparencia en las ideas permitirá el logro en las metas. Necesitábamos un empujón para sacudirnos. Y lo hemos logrado.

El presidente electo Guillermo Lasso, en Quito, el 12 de abril de 2021. EFE/EPA/Jose Jacome

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