Conspiradores a sueldo

Alberto Molina

Guayaquil, Ecuador

Me he valido de Wikipedia para desentrañar lo que es y significa la palabra conspiración. “Una conspiración es un entendimiento secreto entre varias personas (militares, grupos armados y civiles), con el objetivo de derribar el poder establecido, o con vista a atentar contra la vida de una o varias personalidades (autoridades), para así trastocar el funcionamiento de una estructura legal.

Los objetivos de una conspiración son variados, así como los medios desplegados para la obtención de los fines. Los falsos testimoniosasí como los rumores, ​ los secuestros, los atentados,​ los asesinatos, e incluso también el golpe de Estado, están entre los métodos más visibles y más utilizados en las conspiraciones”.

Creo que lo señalado está claro, ese peligro está latente en el país; más bien deberíamos seguir el ejemplo de España de hace más de 44 años.

Después de 36 años de una dictadura feroz, el desempleo era inmenso e iba en aumento, las actividades económicas estaban paralizadas, sumado a una balanza comercial cada vez más desfavorable; igualmente, el control social y la falta de libertades habían dejado en los españoles hondas heridas, difíciles de restañar.

Los problemas planteados eran de interés nacional, y para solucionarlos se exigía el camino de la negociación; la sensatez primó en los representantes de los principales partidos políticos, sindicatos y otros actores sociales, todos comprendieron la situación, arriaron sus banderas y se comprometieron, en octubre de 1977, a seguir un programa político, económico y social, con medidas tendientes a estabilizar la administración de un país acechado por la pobreza y el fantasma latente del regreso de la dictadura.

El Pacto de la Moncloa se convirtió en un paradigma de diálogo y convivencia democrática. Por primera vez en la historia, la clase política decidió reunirse para dejar de lado sus diferencias más allá de las palabras, promesas y sus intereses: había que salvar a España, resultó la primera gran coincidencia de todas las fuerzas políticas, sindicales y sociales; el pacto fue hijo de la necesidad.

Se dice que la historia se repite, que la historia es una noria; en nuestro atribulado país, hemos pasado 14 años, 10 de los cuales tuvimos una gran bonanza económica, echada a perder por el inmisericorde saqueo y el alegre despilfarro y los 4 últimos de desgobierno, y como si esto fuera poco, apareció la pandemia del Covid-19 y junto a ésta siguió la despiadada corrupción.

En medio de estas tragedias, el país estaba bajo el inminente peligro de que los corruptos saqueadores, aprovechándose de la amnesia de una parte de ciudadanos, aspiraban a “volver por más”, la mayoría del pueblo, en las elecciones se decidió por un líder esperanzador, pese a la terrible crisis, teníamos fe que íbamos a salir adelante.

Las demandas acosan al gobierno, sin considerar la paupérrima situación del país, piden soluciones inmediatas, sin mediar ningún esfuerzo, eso ha motivado que aparezcan conspiradores de toda laya que quieren, como hienas, medrar de la carroña.

Sigamos el ejemplo, aunque lejano, del Pacto de la Moncloa, con el esfuerzo de todos, salgamos adelante pensando en el presente y futuro de nuestra patria.

Los asambleístas tienen un buen sueldo y comen bien.

Movimientos y organizaciones que apoyan al presidente Guillermo Lasso reunidos en la Plaza Grande de Quito. Foto: Carlos Silva/Presidencia de la República

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