París bien vale una misa

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Finalmente la carta de renuncia de Alexandra Vela le ha dado al público algunas luces sobre el espeso silencio que reina en Carondelet con respecto a la gobernabilidad. La existencia de dos corrientes, la una favorable a la muerte cruzada y la otra a la consulta, terminó por decantarse a favor de la segunda.

Para los viejos políticos, esos eternos nombres omnipresentes desde hace décadas, prestos a pescar a rio revuelto ante cualquier evento, rebelión o putch palaciego, para así ofrecer sus buenos oficios a cambio de un carguito, la muerte cruzada aportaba un sinnúmero de oportunidades para asomarse a la puerta del poder. Para los puristas, era la forma de patear el tablero frente a las desmedidas exigencias de los caciques a cargo de los partidos. Y quizás torcer la historia reciente.

Para Lasso, el riesgo de perder el puesto que ha conseguido luego de años de arduos esfuerzos e ingentes gastos, la muerte cruzada es un costo demasiado alto como para jugárselo en una partida de póker electoral.

Así pues, luego de meses de incertidumbre, pigmentados por los sin sentidos de una Asamblea cuyo fin destructor es una constante , y en la que las alianzas contra natura son tan evidentes como la falta de coherencia de sus líderes, el Presidente ha decidido volver sobre sus pasos y escuchar a quienes en un principio apartó con gallardía porque no cabía arreglo alguno con ellos : los correistas.

Esta turba de deudos del ex Presidente Correa, cuyo único fin en la vida es salvar y salvarse del garrote judicial que los tiene arrinconados, claman por un juicio “justo” , como si las decisiones de una corte nacional de justicia no tuvieran ninguna validez. Desde la óptica presidencial, de lo que se trata es de garantizar la gobernabilidad. Desde la del gran público, es acercarse a un movimiento político cuyo daño al País es innegable. Y cuya estela de corrupción es inaceptable.

Por supuesto, la consigna para el gobierno es ganar tiempo para poder ejecutar su plan. Pero la gran interrogante es hasta donde es posible sacrificar principios en aras de una precaria estabilidad. Ante el actual panorama, hasta la propuesta de Nebot al inicio del período cobra vigencia y ya no parece tan inaceptable para el Presidente.

La política de tender puentes es muy complicada cuando la corriente está muy crecida. Los desastres naturales y los políticos se asemejan en que nada puede detener su fuerza ni prever sus efectos. Pero como Enrique de Navarra, que aparentemente dijo que Paris bien vale una misa como argumento para convertirse al catolicismo y asegurarse una conquista territorial importante, parece que Lasso también ha elegido el camino tortuoso y camaleónico del abjurar sus creencias para mantenerse en el poder.

La política es esencialmente el arte de lo posible y sus bondades se juzgan por sus resultados. Veremos hacia donde nos llevan las decisiones de las nuevas autoridades. Queda claro sin embargo que las incertidumbres no se dan por la ausencia de operadores políticos en Carondelet, sino por un entramado de decisiones que parten del círculo íntimo del Presidente y que finalmente se imponen sobre las sugerencias de otros sectores.

Nos queda observar los resultados que tendrán dichas decisiones. Y esperar que sean acertadas.

La ministra de Gobierno, Alexandra Vela.

Más relacionadas