Ideologías sin sentido

María de Lourdes Maldonado

Quito, Ecuador

Aunque sea un sin sentido, las ideologías sólo tienen ojos para sus propias víctimas. La muerte de seres humanos sólo es valorada, reclamada, y denunciada, cuando coinciden con las tesis que profesan.

Gran desilusión deja el silencio de los grupos “pro derechos humanos” cuando eligen las batallas en función de las personas que las enfrentan. Cuánta insensibilidad del mundo ante injusticias que no entienden de colores, sexos, edad, creencias religiosas o étnicas. Cuán infructuosas son las luchas diarias de los que no tienen derecho a ser tratados con la misma sensibilidad por no corresponder al grupo de atención especial de la ideología de turno.

Hace pocos días conocimos del cruel asesinato de medio centenar de católicos en Nigeria y el mundo se quedó mudo. Más grave aún, aunque las víctimas eran personas de color, los defensores de ideologías guardaron silencio por no identificarse con la lucha de la libertad religiosa. Incluso numerosos defensores de la igualdad racial guardaron silencio.

La realidad es que los dogmas ideológicos contemporáneos parecen estar por encima del hombre. Importa más el espacio ganado por la lucha ideológica, que los seres humanos. Las voces se acallan cuando implican el reconocimiento de derechos de personas encasilladas en los grupos contrarios.

Existe demasiada ideología para una sola humanidad. Más de una vez, la diferencia entre los seres humanos ha sido generada por quienes reclaman igualdad. La lucha pierde legitimidad, cuando los derechos se terminan dentro del límite de lo que creo o defiendo.

Se ha creado una jerarquía de derechos en función del grupo al que corresponde cada persona. Bajo el paraguas de las ideologías, la sociedad se ha dividido rápidamente y la igualdad reclamada, se ha reducido en verdadera inequidad.

Los activistas se han preocupado tanto de vender su imagen que se vuelven actores de televisión. Por mantener en la palestra lo que defienden, se convierten en farsantes. Sus objetos de lucha se transforman en lemas de campaña, y su discurso se parece más al himno nacional cantado a todo pulmón, por el político corrupto que ha esquilmado el arca estatal.

Lo único cierto es que la raza humana es una sola, sola, a pesar de la variedad propia de distintos grupos sociales. A pesar de nuestra diversidad, los derechos humanos deben ser los mismos para toda la humanidad.

Cualquier ideología que desconozca esta base de unidad, es injusta, como injusto es festejar la muerte de cualquier ser humano. El mundo cambiará en el momento en que a todos nos duela la pérdida de una sola persona, por muy alejada que esté de nuestra propia forma de pensar.

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