La era del diálogo

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Hace ya veinte años, escuché en una radio capitalina al hoy prófugo expresar muy suelto de huesos que algún premio Nobel estaba equivocado en una parte de su teoría económica. Y lo corregía al aire. Ese fue el momento en que desarrollé una profunda desconfianza en las teorías y la suficiencia del mozalbete. Pero la magia conjunta de la ignorancia de la masa, la ayuda mediática y la superficialidad de los votantes, amén del prejuicio hacia el otro candidato creado por su misma gente, lograron que un perfecto desconocido con antecedentes cuestionables, por decir lo menos, sea ungido presidente, para mi personal descontento y preocupación.

En los primeros años, la bonanza petrolera y la verborrea del hoy prófugo lograron altos niveles de aceptación en un pueblo ávido de obras básicas, opciones laborales y un irracional “sí se puede“ .

Recuerdo innúmeras reuniones con amigos, escépticos como yo ante tanto boato encaminado a crear un culto a la personalidad innecesario y costoso, para expresar nuestra preocupación por las decisiones grandilocuentes pero peligrosas en temas tan delicados como los contratos petroleros, el apoyo a las guerrillas, la cercanía con Chávez, etc.

Recuerdo también las «sabias» intervenciones de analistas que aplaudían la desdolarización como único mecanismo para salir de una crisis que solo ellos avizoraban. Finalmente, la decisión del hoy prófugo zanjaba todas las discusiones y acallaba a los corifeos, porque el gobierno tenía las arcas llenas y la soberbia al tope. Algunas tímidas voces recomendaban crear fondos para épocas de escasez, solo para verse vilipendiados y ridiculizados por el dueño de la verdad, convencido que el precio del crudo no bajaría porque así lo había decretado.

Subrayo estos recuerdos por el silencio cuasi total y la anuencia cómplice de muchos de los que hoy pretenden convencernos de la verdad de sus opiniones en pro de la democracia. La historia la escribe el poder, hasta que se pierde. Por eso la desesperación por recuperarlo o mantenerlo.

Así fue como el gobierno de entonces fue acumulando errores, prevalido de la honradez acrisolada del hoy prófugo y su equipo, que en su mayoría ha seguido el camino de la cárcel o la huida que trazó su líder.

La herencia es una cifra inmensa de demandas y pagos en disputa que deberemos enfrentar todos. Hay que subrayar que quienes deberían responder por eso no aparecen por ningún lado para dar la cara, ante una justicia impotente y maniatada por leyes inconsultas en manos de jueces venales.

El tiempo ha pasado, y nos permite mirar cuán errados estuvieron quienes elevaron a categoría de semi dios a quien hoy ni siquiera es capaz de enfrentar el peso de sus propios errores. Se lo eligió para “poner orden”. Así notamos.

Esta dolorosa historia de la última década y afines me ha blindado contra las novelerías ideológicas, los súper hombres, los adalides contra la corrupción y los dueños de las fórmulas mágicas desde la galería. Finalmente, se trata de arriesgadas apuestas para que un hombre dotado de poderes sobrenaturales nos solucione todos los problemas con su varita mágica. Y en tiempo récord. Y si no lo logra en el plazo determinado por estos espontáneos, resulta más desconcertante aún que sus mayores críticos sean los miembros de una élite siempre descontenta e insatisfecha, experta en escudriñar lunares ajenos pero renuente a revelar sus propios y obscuros intereses.

En los últimos meses, ha surgido la iniciativa de crear espacios de diálogo para aliviar la creciente presión sobre todos los poderes del Estado y lograr acuerdos mínimos de gobernabilidad para el País.

La pregunta de fondo es quienes van a ser los interlocutores válidos en un Ecuador lleno de dueños de la verdad y ausente de liderazgos conscientes y dispuestos a cambiar de opinión en beneficio de todos.

Ojalá se logre iniciar la era de un verdadero diálogo, en que los irreductibles no quieran imponer sus opiniones a rajatabla, y que tengan la humildad de reconocer que son exactamente esas actitudes las que nos han sumido en el caos que soportamos hoy.

Quito (Pichincha), 20 febrero 2017.- El Presidente de la República, Rafael Correa, presidió la ceremonia de Cambio de Guardia del Grupo Escolta Presidencial. Foto: Eduardo Flores / Presidencia de la República

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