Exponen objetos de colección de memorial judío Yad Vashem en Alemania

El piano de la familia de origen judío Margulies, de la ciudad de Chemnitz, que logró trasladar el instrumento en barco al huir de la Alemania nazi, es expuesto en el Parlamento alemán en la muestra "Dieciséis objetos - setena años de Yad Vashem". El piano forma parte de la colección del centro de conmemoración del Holocausto Yad Vashem, de Jerusalén. Foto: Michael Kappeler/dpa

Eran tiempos peligrosos cuando la familia judía Margulies huyó de la Alemania nazi. En marzo de 1939, el padre, Menashe Margulies, comerciante textil de Chemnitz, en el este del país, logró obtener un visado para Países Bajos.

La idea era que el hijo de 15 años, Szalay, comprara en Berlín pasajes para viajar en barco. Pero en lugar de ello, el muchacho compró por 2.544 marcos cuatro vuelos de Lufthansa de Berlín a Haifa.

Sin embargo, seguía habiendo un problema: querían llevarse consigo sí o sí el piano de la familia. Y, de alguna forma, lograron despachar el instrumento a Palestina en barco.

Ochenta y cuatro años después, el piano está de nuevo en Alemania. Pocos días antes del día de conmemoración del Holocausto, el 27 de enero, se lo podrá apreciar en la exposición «Dieciséis objetos» en el edificio Paul-Löbe-Haus del Bundestag (Parlamento) alemán en Berlín. Se trata de 16 objetos de una colección de 42.000 objetos del centro de conmemoración del Holocausto de Yad Vashem, en Jerusalén. 

En su 70 aniversario, esta institución presentará por primera vez una pequeña selección de objetos en el país en el que vivieron alguna vez sus dueños antes de ser desplazados o deportados y asesinados. Se trata de un regreso conmovedor tras un muy largo viaje.

«Quería contar por supuesto con objetos muy diversos, no solo piezas judías», comentó Ruth Ur, curadora de la exposición y  gerenta del círculo de amigos alemanes de Yad Vashem. «No se trata de personas judías, se trata en primera línea de alemanes», afirmó.

Ur agregó que, dado que Chemnitz será capital cultural de Europa en 2025, no hay mensaje más atinado. «Un piano que sobrevivió al Holocausto regresa a Alemania para mostrar cuán importante es la música», indicó.

También sobrevivió en Israel Szalay, hoy Shlomo, nacido en 1923, hace casi 100 años, y que en ese entonces tenía 15 años.

«Es importante mostrar que hay un vínculo entre cada objeto y Alemania», señaló por su parte el director del centro Yad Vashem, Dani Dajan, a dpa. Añadió que cada uno de ellos representa a un estado federado alemán. Dajan, de 67 años, viajó a Alemania por primera vez en su vida para inaugurar la exposición y mantener conversaciones con personalidades del ámbito político.

Alguna vez había jurado no pisar nunca el suelo alemán, para no olvidar jamás lo que pasó con los judíos en Europa. «Era mi forma de asegurarme de no olvidar, de recordar lo que les ocurrió a los judíos en Alemania», explicó Dajan en entrevista con dpa, comentando que había tomado la decisión cuando era adolescente. «No tiene nada que ver con el odio, tiene todo que ver con recordar».

¿Qué se lleva una persona consigo cuando tiene que escapar por la fuerza, probablemente para siempre? Para Lore Stern, de Kassel, nacida en 1937, la elección fue su muñeca Inge, que viajó con ella a Portugal en 1941 y finalmente a Estados Unidos. Desde allí, Stern migró en 1991 a Israel y se llevó la muñeca consigo.

Anneliese Dreifuss, de Stuttgart, elegió una cocina de cerámica en miniatura, que también sobrevivió a su migración a Estados Unidos.

En tanto, cuando Leon Cohen, de Hamburgo, fue deportado al gueto de Theresienstadt, decidió no renunciar a una cosa: su santuario de la torá construido por él mismo. Cuando los nazis lo trasladaron al campo de concentración de Auschwitz, Cohen tuvo que dejar atrás su santuario, pero la directora de un hogar de niños lo conservó. De esta forma la pieza llegó a Yad Vashem y ahora a Berlín.

En la exposición se lo puede ver cerca de una vitrina junto a un retazo de tela raída, un fragmento de la bandera de la asociación juvenil Maccabi Hatzair. Cuando sus miembros iban a ser deportados en 1943, rompieron la bandera y se prometieron volver a unirla cuando se reencontraran en Israel.

Una de ellas, Anneliese Borinski, logró conservar el trozo de tela en el campo de exterminio de Auschwitz y en una marcha de la muerte,cuando los prisioneros eran obligados a caminar durante kilómetros para ser reubicados. Fue la única que logró llevar consigo un pedazo de la bandera a Israel.

Estos objetos cobran especial importancia a medida que los supervivientes, que podían contar estas historias de primera mano, van muriendo. «Estamos en una lucha contra el tiempo», comentó Dajan. «Cuando los testigos ya no estén entre nosotros, debemos asegurarnos de seguir manteniendo vivo su recuerdo», subrayó. dpa

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