Los límites que aún podemos respetar

Víctor Valle

Quito, Ecuador

En febrero de este año Fiscalía inició la investigación de un presunto caso de pornografía infantil. Luisa Espinoza, y dos personas más, fueron detenidas tras la difusión de un video, en el que Luisa pide a alumnos de colegio que le toquen sus senos descubiertos a cambio de unos dulces, incitando al morbo para conseguir más seguidores.

Además, este abril, otras 9 personas fueron retenidas en prisión preventiva para investigar una posible red internacional de difusión y creación de material pornográfico infantil.

Es difícil imaginar algo más atroz que la explotación sexual de niños. Cada vez que se produce y se consume pornografía infantil, se violan los derechos humanos fundamentales de menores y se expone -a ellos y a la sociedad- a consecuencias negativas incalculables: trastornos psicológicos severos, trata de menores o abusos sexuales.  

El Estado ecuatoriano está obligado a combatir la pornografía infantil, por instrumentos como la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, que establece el derecho de los niños a no ser objeto de explotación sexual. Asimismo, la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional incluye el combate a la producción y distribución de pornografía infantil.

Como sociedad civil, sigamos estos procesos con lupa. La dignidad de los menores está en juego. Tomemos conciencia de este problema y denunciemos cualquier sospecha de abuso sexual o pornografía infantil. Nos quejamos de tanto abuso y violencia, pero normalizamos este tipo de comportamientos. No atravesemos uno de los límites más preciosos que aún guardamos: la dignidad de los niños.

Este no es solo un problema de abuso infantil. La pornografía en general socava la dignidad de la persona y fomenta la violencia y la explotación sexual. Esta industria violenta a menudo a mujeres y niñas y promueve una cultura de la intimidad como mercancía (véanse, por ejemplo, las investigaciones sobre explotación sexual y testimonios de abusos en la red P*rnhub).

En definitiva, la lucha contra la pornografía infantil es parte de una lucha más amplia por la persona. Quizá la queja por tanta violencia sexual pase por analizar que 7 de cada 10 adolescentes tiene acceso ilimitado y consume material pornográfico. O tal vez, pase por ver que los contenidos sexuales sean los materiales más buscados en todo internet a nivel global. Quizá y solamente quizá, podamos tratar este tema con la seriedad que se merece.

La pornógrafa Luisa Espinoza, y sus socios, Ydris Ivonne Mina Castillo y Samuel Chávez Vivero.

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