Cualquier parecido es pura coincidencia

Alberto Molina

Guayaquil, Ecuador

Esto es hace más o menos 2100 años: Cayo Verres (120 a. C-43 a. C.) fue un político romano conocido principalmente, por su corrupto y tiránico gobierno de Sicilia.

“En año 74 a. C., mediante el uso de sobornos Cayo Verres se aseguró la pretura. Como pretor, Verres abusó de su autoridad, introduciéndose en las competencias de otros colegas magistrados sobre las que no tenía poder oficial. Los sicilianos eran en su mayor parte un pueblo próspero y feliz, pero bajo el gobierno de Verres, Sicilia experimentó la miseria y la desolación, un grado de miseria nunca antes experimentado. Los cultivadores de trigo se arruinaron bajo impuestos exorbitantes e injustas cancelaciones de contratos. Los templos y las casas privadas fueron saqueados por los agentes de Verres que robaron todo lo que podían.

Uno de los cargos que se utilizó contra Verres en el juicio fue que, durante la guerra contra Espartaco usó ilegalmente el dinero de emergencia. Verres apresó a los esclavos de los terratenientes ricos de la isla y los acusó de establecer un complot para unirse a la revuelta de Espartaco. Verres condenó a los esclavos a muerte por crucifixión e insinuó a los terratenientes que quizá con un soborno razonable podrían liberarlos. A los terratenientes que apoyaron a los esclavos los acusó de unirse a la revuelta y los encerró en prisión hasta que pudieran pagar su libertad con un soborno.

Verres volvió a Roma en año 70 a. C., y a su regreso, a petición de los sicilianos, Marco Tulio Cicerón le procesó por todas las atrocidades cometidas en la isla. Verres no sólo contrató para su defensa a uno de los más eminentes abogados de la época, Quinto Hortensio; además, contaba con la simpatía de muchos de los líderes de las familias patricias más influyentes de la ciudad.

El jurado estaba formado exclusivamente por senadores, algunos de los cuales eran amigos de Verres. Sin embargo, el presidente del tribunal, Manio Acilio Glabrion, era un juez de una honradez intachable, y sus asesores eran inmunes al soborno. Verres intentó infructuosamente retrasar el juicio hasta el año 69 a. C., año en el que el presidente del tribunal sería su amigo Quinto Metelo. Su abogado Quinto Hortensio intentó retrasar dos veces el juicio.

La primera fue alegando que el juicio del gobernador de Bitinia supuestamente tenía prioridad sobre el de Verres, cuando este intento fracasó, su abogado Quinto Hortensio probó con intentar retrasar el juicio, alegando que ese juicio se debía terminar después de las fiestas. Al término de las fiestas, quedaría muy poco tiempo para que presidente del Tribunal Manio Acilio Glabrión pudiera celebrar el juicio y por tanto se sentaría en el tribunal el nuevo y manipulable juez, Quinto Metelo, amigo de Verres. Sin embargo, Cicerón abrió el caso aportando nuevas pruebas y testigos, imposibilitando que el juez de Verres cambiara el formato del juicio. Cicerón abrió el juicio con una corta y elocuente argumentación.

El efecto de esta breve argumentación fue tan aplastante que el abogado de Verres se negó a contestar y recomendó a su cliente que se exiliara voluntariamente. Antes de que se divulgara el resultado del juicio, Verres ya había huido a Massilia (la actual ciudad francesa de Marsella). Verres vivió en el exilio hasta año 43 a. C (es decir 23 años)”.

Se dice que la historia es una noria, que la historia se repite. Este relato parece una coincidencia de lo que ocurre en nuestro país, sólo habría que cambiar los nombres.

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