
Quito, Ecuador
Más allá de las simpatías o de los rechazos que se pueda tener hacia las políticas de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el mundo debe aprender una gran lección de la segunda era Trump: la autonomía y la búsqueda de un modelo propio. Curiosamente esa lección la está viendo Ecuador antes que cualquier otro país del mundo. El Ministro de Gobierno, José de la Gasca indicó a Radio Centro que, de ser reelecto, Daniel Noboa mandaría a una Constituyente para acabar con la nefasta Constitución del 2008 creada por Rafael Correa y cuyo marco legal es una copia del modelo de Hugo Chávez. Evidentementee, cada país debe ver cuál ese modelo propio que necesita.
Pues, una Constitución como la del 2008 (que es hiperpresidencialista y garantista del crimen y el proteccionismo comercial, añadiendo un hiperestatismo que ahoga al sector privado) ya no es compatible en el actual momento ni político del país ni geopolítico. Hay que añadir que las remesas de Ecuador caerán por la deportación de migrantes desde Estados Unidos. Por ello, hay que pensar en un modelo propio y mandar a la basura la actual Carta Magna parece ser un buen comienzo. La gente debe preocuparse más en su entorno (viendo que ahora salir al extranjero ya no es opción) y cambiar su chip y volverse más optimista.
Pensar en los beneficios de ser un país dolarizado puede ser otro punto importante. Así, se podría colocar sobre la mesa acuerdos comerciales, ahora sí en un verdadero cambio en la matriz energética y usar los convenios con Google para modernizar el Estado. Continuar con la purga del sistema judicial y también limpiar a las otras funciones del Estado de los malos elementos como Policía y Fuerzas Armadas, para mejorar la seguridad. Es importante ver a Donald Trump como la oportunidad para mejorar y hacer ajustes internos, incluso para mejorar la infraestructura en movilidad y en cultura. Hay que hacer sentir a la gente que aquí están bien para que se alejen de la jungla de horrores por las que el mundo está atravesando.
La esencia es que el ecuatoriano se sienta libre y bien. Es hora de pensar en una economía más liberal para que el ciudadano tenga más dinero en los bolsillos y al tiempo que se sienta bien para hacer familia y amigos. Tener claro que de nuestro voto depende nuestro buen estilo de vida o mejorar el ya existente. Hay que enterrar esas ideas marxistas, leninistas, correístas de la «lucha de clases» y pensar en convenios para mejorar la seguridad y botar esas ideas de los complejos y resentimientos sociales. Ecuador debe verse como un epicentro de comercio, libertad, prosperidad y paz. ¿Por qué no firmar un TLC con Estados Unidos? Es momento de ver que aquí hay como tener futuro pero por la lucha diaria de cada uno.
Es imperante mantener la democracia. Si bien, se han tenido altos y bajos, Ecuador ha sostenido su democracia desde que Rafael Correa salió del poder. Existen grupos políticos como la propia Revolución Ciudadana que quieren mermar esa libertad y liberalismo que queda. Pero, con su debilitamiento crecemos como país. La burbuja del pesimismo nos explotó Trump y ya que la encuestadora Comunicaliza dice que el 75% de ecuatorianos ve con optimismo el futuro del país allí es donde se ve que “sólo tenemos suelo patrio”.
Hay que apelar a que las decisiones de los ecuatorianos nos harán surgir. Es hora de tomar un rumbo propio y de manejar nuestros destinos pensando cada vez más en cómo arreglar y mejorar nuestra situación. Ahora, miremos los unos a los otros como señales de sociedad y convivencia, pero no como un burdo colectivismo sino como para crear una agenda de país. Una agenda que nos haga cada vez más independientes y libres.
