Pablo Cardoso, nostalgia de la vieja Cuenca

Pablo Cardoso junto a una de sus obras de la serie Mandala, foto LaRepublica.ec

Guayaquil.-Respecto a «Mandala», la serie que expone el artista Pablo Cardoso (Cuenca, 1965) en Galería Dpm desde el 27 de octubre, el artista dice que: «todo este grupo de nuevas obras está basada en un libro de David George Haskell, un naturalista, periodista también, que escribe una bellísima obra que se llama «Un metro de bosque», en la que en un formato de diario va contando lo que ve dedicándose a estudiar un metro cuadrado de un bosque en los Montes Apalaches, en Estados Unidos».

«Va continuamente a este lugar, se sienta a estudiar, sin  tocar el espacio y va analizando todo el comportamiento de este pequeño ecosistema, desde los microorganismos hasta lo que ocurre con en clima. Al leer el libro, me hizo pensar: ¿y porqué no imitar este ejercicio?  Pero observando mi pequeño ecosistema familiar, del entorno, del barrio, de la casa donde habito. Implica otros comportamientos, otras actitudes, porque ahí yo también soy parte del ecosistema, no sólo un observador, y por otra parte, no tengo ni los elementos ni tenía las ganas de hacer ningún tipo de apreciación objetiva, sino de permitir que las subjetividades que surgen de habitar un espacio forme parte de los resultados de la obra, así que decidí escribir también un diario en el que, tratando de mantener una cierta distancia, iba tomando apuntes de cualquier cosa que yo notara que fuese relevante: si alguien se enfermó en casa, o si llegó un amigo de visita, o el clima… y por otra parte, y esto es algo que hacía sobre todo al final del día, intentaba definir qué imagen había caracterizado el día con un color o una textura, con algún tipo de solución plástica formal. Y esa fue una herramienta fundamental a partir de la cual después volví a revisar el diario y le encontré las soluciones plásticas, compositivas, etc., para conformar cada obra».

LR: ¿El libro lo tiene físicamente? ¿Los diarios forman parte de la obra?

PC: No, ahí los tengo, algunos los muestro, pero nunca he querido que sea un componente, un referente de la exposición. Por varias razones; porque un diario es una cosa muy personal y no amerita, ese no era el propósito de la muestra, y por otro, para no contaminar, para no incidir excesivamente en la lectura del espectador al apreciar cada obra. Es decir, si bien, cada una de estas obras está basada en el diario, tiene una referencia directa con el diario, y por eso mismo, cada obra está titulada con la fecha de la página del diario correspondiente, no hay relación directa de  lo que ocurrió en el día sino que permite también interpretaciones abiertas por parte del espectador.

Pablo comienza el recorrido de sus obras por la titulada «La Cuadra», que consiste en nueve registros históricos pintados al óleo de los planos de Google Earth del perímetro de la casa donde habita, siendo el registro más antiguo el de 2009-2010, donde se aprecia la evolución concreta de esa zona, del llamado «Barrio de las chirimoyas». Una de las obras son sus lentes, a los que Pablo dibujó con la sombra y lo reflejos contra la pared «Y fue justamente en este día en que se presentaron circunstancias en las que tenía que pensar sobre nuestro futuro familiar«, señala Pablo. Otra de sus obras documenta la sandía que se comió en el desayuno y los ventarrones que hubieron en la tarde. Un día se desespera al notar que no puede insertar una nota distinta en su día a día, sintiendo que todo era lo mismo y lo mismo y decidió escribir esas palabras junto a una de las fachadas de su casa, con varios ventanales, para plasmar el ritmo cacofónico del tiempo que caracterizó a ese momento.

PC: Toda la obra está hecha con sistemas cuadriculados, todo esto siempre remite entre otras cosas, a esa obsesión mía, que tiene que ver con el conteo del paso del tiempo, con ir documentado distintos momentos a través de la pintura. 

LR: ¿Eso porqué será? ¿Es tu naturaleza?

PC: Sí, yo creo que sí, reconozco que no debería ser así. Lo más sano es aceptar las cosas como se van dando, yo tengo tendencia a la nostalgia por cosas que se van y que no vuelven, tanto en lo ecológico, como en la vida humana.

LR: No sé si debería ser así o no. Yo pienso que ahora la vida lo obliga a uno a  reinventarse constantemente. Quizás necesitas interiorizarlo mucho, sobre todo ahora que dejas Cuenca para ir a vivir en la playa.

PC: Por ejemplo, como volví a ser papá hace tres años y ha sido retador tener a este hijo, hijo que me tiene totalmente ganado, pero el educarle a él me está remitiendo constantemente a cómo crecí yo en mi infancia. Cuando yo era niño, la casa que construyó mi padre era una de las pocas que estaba en el barrio donde está ahora, ahora ese barrio está absolutamente cubierto de cemento y de edificios por todo lado, pero yo crecí jugando en los terrenos baldíos, en las charcas de ranas que habían en un bosque cercano, lo que en Cuenca ahora es casi imposible, ahora las luciérnagas han desaparecido, no cantan las ranas como era lo habitual, es muy raro ver una lechuza… yo crecí viendo ese tipo de fauna. Entonces es esa nostalgia que a veces brota, y está presente e inconscientemente me empuja a insertar ese tipo de reflexiones.

PC: Otra cosa que está presente en algunas de las obras es una nota de humor, como algo espontáneo, pero que no se aleja del referente del diario. Esta es una de las piezas que la manejé con más intención de humor, con algo de poética, de ciencia ficción. Soy fanático de la saga de «Alien», especialmente de la primera película, que es uno de esos enormes referentes del cine de ciencia ficción y estuve viendo Alien III y empecé a fotografiar la película, congelando distintos momentos. Está pintando de manera desdibujada la pantalla del televisor  donde dice «creo que tienes uno dentro».

También  estuve jugando y experimentando con los huevos, haciéndolos rodar en el mesón de la cocina y, dio la casualidad de que una de las notas relevantes del día fueron las conversaciones con mi mujer sobre cómo conservar la estabilidad en la pareja, y yo creo que esos juegos con los huevos, son como los malabares para entenderse con la pareja. Es un ejemplo de como voy interpretando los acontecimientos del día.

El vaso de agua junto a la ventana del baño puede ser para la clásica pregunta de ¿cómo le ves al vaso, si está medio lleno o medio vacío? Para las piezas expresionistas no hay mucha explicación racional, es puro trabajo impulsivo, intuitivo, como trabajaban los expresionistas abstractos. Antes, yo iba documentaba ciertos lugares y la solución era más o menos la misma, esos paisajes en los cuales ponía las coordenadas, pero en este caso,  yo puedo jugar, usar imágenes de una película de ciencia ficción, hacer ejercicio con los huevos, o pintar la fachada de la casa, pero todas las obras están alineadas dentro de ese mismo juego.

María Jurado

(F)

 

 

 

 

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