Película busca retratar a Miguel Ángel sin idealizarlo

Imagen de "Il Peccato", película sobre Miguel Ángel.

Revelar la humanidad más profunda del genio Miguel Ángel y su convulso tiempo, pero sin idealizaciones. Es el propósito del cineasta Andrei Konchalovsky en su última película, «Il Peccato», presentada hoy en la XIV Fiesta del Cine de Roma.

El estreno mundial de la cinta ha sido elegido como evento especial en el cierre del certamen romano, que ha atendido a la vida de este artista universal que a caballo entre el siglo XV y el XVI legó a la posteridad obras maestras como «El David» o «El Moisés».

Konchalovsky sin embargo no se limita a narrar su sorprendente vida, sino que se adentra en su aspecto más íntimo para mostrarle como un hombre en búsqueda continua de inspiración imbuido en las fantasías religiosas y supersticiones propias de su tiempo.

Miguel Ángel Buonarroti aparece encastrado en las luchas de poder entre los Medici y Della Rovere y su extensión a la Iglesia y al poder pontificio, para el que realizará obras que le valdrían el sobrenombre de «El Divino», como los frescos de la Capilla Sixtina.

El cineasta ruso asegura en las notas de dirección que otro deseo era expresar «los sabores y olores de la época en que vivió», liberar al Renacimiento de cualquier idealización o pátina de pulcritud.

El actor que da vida al genio, Alerto Testone, explica en una conversación con Efe que por ello encarna al maestro como un hombre «auténtico, verdadero, sucio, muy intenso, fuera de todo canon» y atormentado por toda clase de dudas existencias.

De hecho la poética de «Il Peccato» es una encrucijada entre la barbarie y la perenne necesidad de buscar belleza en un mundo que parece por momentos apocalíptico.

El historiador Antonio Forcellino celebra que la película haya de una vez por todas acabado con la imagen nacarada del Renacimiento, pues el mundo de «Il Peccato» es crudo, trágico, impregnado por el refinado olor de la nobleza y el insoportable hedor de la calle.

Poblado por obreros de manos sucias que se dejan las uñas extrayendo mármol de Carrara para gloria de los artistas, papas despóticos, nobles de trajes sudados y guerreros bañados en sangre.

Testone se preparó el personaje documentándose con historiadores, leyendo las cartas que el genio dejó y, por supuesto, estudiando los textos Giorgio Vasari y su compendio «Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos» (1568).

Una de las cosas que más le sorprendió fue las disecciones que Miguel Ángel llevó a cabo para estudiar la anatomía humana y plasmarla en la roca: «Respiraba mármol, era un personaje increíble», considera el actor.

Después emprendió el rodaje durante catorce semanas que le llevó por los burgos de la Toscana, por los que parece no pasar el tiempo, de perenne aspecto medieval, y los estudios de Cinecittà acogieron la réplica de la Capilla Sixtina, escenario de un enfrentamiento entre Miguel Ángel y Rafael.

Y también a las canteras de Carrara, donde tienen lugar las secuencias «más eléctricas», las del genio buscando la materia prima de su arte. Y lo hace además entre actores que son mineros reales, una elección propia del neorrealismo adoptada por Konchalovsky.

El director ruso vuelve a apostar así por la historia, después de «Paradise» (2016), una disertación sobre el bien y el mal en un campo de concentración nazi que le valió el León de Plata de la Mostra de Venecia, «ex aequo» con el mexicano Amat Escalante.

El retrato de aquellos tiempos y de la genialidad de Buonarroti ha llegado incluso a las manos del papa Francisco.

El cineasta entregó al presidente ruso, Vladimir Putin, una copia de la cinta y un libro con imágenes del rodaje para que las entregase al pontífice argentino y así lo hizo cuando se reunieron en audiencia privada el pasado julio en el Vaticano. EFE (I)

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