La naturalización a Assange: el más reciente bochorno internacional

Prueba de eso ha sido la doctrina Roldós o de que en su momento Galo Plaza Lasso haya sido designado Secretario General de la OEA. Además de que siempre Ecuador fue el primero que optaba por la mediación internacional y el respeto a los tratados y convenios internacionales vigentes en los conflictos limítrofes que se suscitaban con el Perú. Y no ha sido por mera coincidencia, sino por el contrario por una especie de consenso de los gobiernos que ascendían al poder, de en cierta medida respetar la carrera diplomática, a pesar de que el Canciller era un puesto político y de que muchas embajadas también se entregaron como cuotas de poder en anteriores gobiernos.

Las embajadas importantes con nuestros aliados comerciales y regionales históricos generalmente se ocupaban por internacionalistas de dilatada trayectoria. Nunca en ningún otro gobierno anterior se había visto tanto puesto entregado al azar como se lo hizo durante los 10 años de la Revolución Ciudadana. Y ahora los resultados son visibles, el desastroso manejo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, nombre pomposo que reemplaza al de Cancillería, pero igual de ineficiente que otros tantos organismos del Estado que con acrónimos extensos no han logrado tener una buena gestión. Resulta evidente, la salida de importantes diplomáticos a quienes Correa calificó de momias cocteleras, la eliminación de la Academia Diplomática y una política exterior que solo respondía a legitimar el accionar de los gobiernos del llamado “socialismo del Siglo XXI”, que nos dejaron una UNASUR al borde del fracaso y la extinción y sin ninguna legitimidad internacional, nos ha conducido a una nueva vergüenza ante la comunidad internacional.

Y es que han vuelto caer, en uno de los mayores pecados que ha cometido el correísmo, en cualquiera de sus etapas, que es el de dárselas de muy “vivos” como dirían en el argot popular, o sea creerse más astutos que los demás. Pero la respuesta de rechazo dada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Reino Unido, les ha hecho empeorar aún más la condición de Assange. Y es que la Cancillería ecuatoriana admitió haber tramitado la naturalización de Assange como ciudadano ecuatoriano. Pero no solo eso, sino que lo hizo para solicitar que fuera aceptado como parte del cuerpo diplomático de Ecuador en Londres, para en un audaz intento lograr que Assange tuviera inmunidad diplomática y que de esta forma pudiera salir de la embajada ecuatoriana en Londres. La justificación de Maria Fernanda Espinosa, ha sido el cumplir con la Convención de Ginebra y salvaguardar los derechos de Julian Assange. Pero la condición migratoria de Assange no es la de refugiado, pues la misma tiene una característica territorial que obligaría a que Assange se encuentre en territorio continental de Ecuador y no en la extraterritorialidad en la que se encuentra una embajada en suelo extranjero, sino que su condición es la de asilado. Asilo que además tiene sus vicios de legitimidad pues se concede solo a perseguidos o delincuentes políticos, mas no a procesados por delitos comunes como Assange, por lo que su justificación no cabe por su condición de asilado y no de refugiado, a quienes se aplica la citada Convención.

El asilo está concedido y eso le otorga derechos consagrados a Assange, además que un grupo de trabajo de la ONU calificó su situación por lo que se complicaba aún más tener una salida en pleno cumplimiento a la normativa y el derecho internacional público en el caso de Assange. Pero una solución viable era la mediación internacional que ciertamente ahora se va a ver entorpecida con el accionar de Cancillería. Además que ahora se está violando la Ley de Movilidad Humana, pues en su artículo 95 señala que se lo entregará a la persona extranjera, condición en la que ya no se encuentra Assange, que desde diciembre tiene nacionalidad ecuatoriana, por lo que la protección que se ha dado Assange ya no solo que es ilegítima sino también ilegal. Protección que además se daba al mismo tiempo que se prohibía el ingreso a Lilian Tintori o se deportaba a Manuela Picq por tener una línea de pensamiento distinta a la del gobierno o no servirles para su conveniencia política.

El gran cambio del que habla Moreno, debería ser también en el manejo de la diplomacia ecuatoriana, los recientes nombramientos de embajadores con trayectoria internacionalista son un buen primer paso, aunque insuficiente sino coloca a la cabeza del Ministerio de Relaciones Exteriores a un diplomático de carrera, que enrumbe la política internacional del país a un mejor puerto y nos evite los bochornos que hasta hoy hemos tenido que pasar ante la comunidad internacional.

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