
El fin de la democracia venezolana… ¿o el principio?
Guayaquil, Ecuador
Con ese apretado resultado, Nicolás Maduro se autoproclama Presidente sin ninguna legitimidad política. Y digo que se autoproclama porque su “victoria” es bendecida por una autoridad electoral que se debe al propio chavismo. Legitimada por una fiscal general igualmente chavista. Defendida por el presidente chavista en un Legislativo que ahora niega el derecho de palabra a la oposición, luego de partirle la cabeza a un diputado. Y porque la única justicia a la que Capriles podría recurrir para defender a la mitad de toda la votación de Venezuela, también está secuestrada por el chavismo. Se trata de un sistema que cierra filas para defender a su propio candidato. Lo que el pueblo haya decidido, al fin y al cabo, les tiene sin cuidado. Mal que bien, antes Chávez procuraba guardar mínimas apariencias. Al menos vistió con respaldo popular su destrucción metódica de las instituciones democráticas. Hoy Nicolás Maduro ha perdido la vergüenza.