Por Joaquín Hernández
Guayaquil, Ecuador
Durante sus primeros años de exilio en los Estados Unidos, entre 1944 y 1947, Theodor W. Adorno escribió las amargas reflexiones que componen Minima Moralia. Adorno venía de dos experiencias traumáticas: la una del desate de la barbarie del nacional socialismo en Alemania y la persecución contra los judíos, pero también contra cualquiera que pensase en contra del régimen nazi; la otra, de la barbarie del estalinismo en la URSS, que terminaba con todas las esperanzas de que un régimen socialista llegado al poder pudiese ser diferente a los demás regímenes en cuanto al reconocimiento de la persona humana y a la democracia. Adorno fue consciente de que la recaída en la barbarie no era cuestión del presente, y que la tentación del totalitarismo, independiente de cualquier ideología, era una amenaza siempre constante para la especie humana.
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