Por Marlon Puertas
Quito, Ecuador
No entiendo de qué le sirve a Rafael enfrentar lo que constituye el problema más grave de su Gobierno con una calma inusitada que no cuadra con lo que es él: hablo del crimen organizado. Que no nos ha rebasado, dice con una tranquilidad que ya quisiéramos en sus sabatinas, al referirse a sus pugnas semanales con la prensa. Que es un problema de todo el mundo, nos asegura como justificando hechos que deberían ser reprochados con la misma vehemencia con la que habla de la patria mancillada, cuando se trata de violaciones a nuestra soberanía marcadas por políticas ideológicas distintas, pero que no están manchadas de sangre.
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