Opinión

Modifiquemos los refranes

Por Jesús Ruiz Nestosa
Madrid, España

Entre aquel grupo de adolescentes callejeros felices, que vivíamos nuestra libertad en torno a la plaza Italia, sin rejas entonces, había un personaje, Bichongo, de quien se contaban anécdotas impensables como la de un domingo a la siesta, en la matiné del Granados (estabas allí o no existías), se sentó al lado de una compañera de colegio. A poco de apagarse las luces, quiso poner la mano donde no debía y la chica le dio una sonora bofetada. Cuando los de la fila de adelante se volvieron a ver qué pasaba, vieron a Bichongo, de pie, diciéndole con tono ejemplificador: “Por atrevida. Para que aprendas a no aprovecharte de la oscuridad y querer hacer tus suciedades”. Y se fue dejando a la jovencita sacudida por el llanto.

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