Opinión

Se despide el viejo

Por Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Vivimos bajo la ilusión de que matamos el tiempo, cuando es el tiempo el que nos mata. Nos aprestamos a dar fin a otro año más, uno que suma en la infinitud del universo, uno que resta en la finitud de nuestras vidas. Es toda una curiosidad que la humanidad celebre el cambio de año, ¡hurra, somos más viejos!, proceso natural que no estaría mal festejar siempre que, si tanta alegría suscita la creciente distancia entre el nacimiento y el presente -alargamiento inversamente proporcional a la distancia que va quedando entre el presente y el más allá-, no se disfrazara la dicha existencial con todos los artilugios que ofrece la tecnología para ocultar la edad.

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