Por fin la Convemar

Por Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

El próximo agosto se cumple el trigésimo aniversario de la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar, o simplemente Convemar. Ha sido, pues, una feliz coincidencia que precisamente en este año el Ecuador haya resuelto finalmente adherirse a tan importante tratado internacional. No es exagerado afirmar que esta convención multilateral es probablemente el pacto internacional más importante que hayan acordado los países del mundo moderno luego de la Carta de las Naciones Unidas. La Convemar instituye una verdadera “constitución de los océanos”. Es el régimen internacional que regula actividades de todo género en los océanos.

Debe reconocerse la virtud del actual Gobierno por el liderazgo que asumió en este proceso. A pesar de la importancia que tenía y que tiene la Convemar para el Ecuador, desde que ella fue aprobada en 1982, los gobiernos, unos tras otros, habían optado por ignorarla. En este asunto la dirigencia política nacional quedó rehén de esa mezcla de ignorancia y nacionalismo atávico que tanto caracteriza al debate público ecuatoriano. La Convemar pasó a engrosar la lista de tabús ecuatorianos.

Ya el expresidente Gustavo Noboa dio un paso importante en su administración cuando solicitó al entonces Tribunal Constitucional que dictamine sobre la constitucionalidad del mencionado convenio multilateral. El Tribunal emitió un dictamen favorable en 2003 pero el gobierno no pudo seguir con el siguiente paso, esto es, enviar al entonces Congreso Nacional el tratado para su aprobación. El presidente Correa tuvo que repetir este proceso, pues, para variar el país había adoptado una nueva Constitución. Afortunadamente en esta ocasión, con una mayoría parlamentaria a su favor, y con una férrea voluntad política el jefe de Estado solicitó y obtuvo un nuevo dictamen de constitucionalidad, y luego la necesaria aprobación legislativa.

Que por qué el Ecuador se demoró 30 años en salir de su aislamiento en esta materia y acceder a un régimen internacional favorable a sus intereses es un tema que excede este espacio. Pero en buena parte refleja la escasa racionalidad que caracteriza a nuestra política tan proclive a privilegiar la demagogia. Era evidente que la Convemar no nos “quitaba” ningún espacio de soberanía sobre nuestro mar sino que modificaba la forma de ejercerla. Pero, sin embargo, preferimos quedarnos encerrados entre las paredes del patriotismo y quedarnos de simples espectadores.

Ya vimos la semana pasada cómo las estadísticas de la Unctad contradicen la demagógica afirmación de que los tribunales del Ciadi están sesgados en contra de los estados, pues, contrario al discurso nacionalista la mayoría de sus laudos vienen siendo favorables a los estados. Y, a pesar de ello, optamos por salirnos de esa convención multilateral, que tiene tantos signatarios como la Convemar, precisamente con el argumento contrario.

Es una lástima que el enorme mérito que tiene el Dr. Luis Valencia Rodríguez en la formación de la Convemar no haya sido reconocido oficialmente. Su liderazgo en las negociaciones globales fue decisivo. Hoy, con 3 décadas de atraso, el Ecuador va a beneficiarse de su contribución.

Este texto se publicó originalmente en diario El Universo.

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