Pretoria es una fiesta

Varios asistentes cantan y bailan cerca de la capilla ardiente del expresidente Nelson Mandela instalada en el recinto de los Union Buildings, sede del Gobierno sudafricano, en Pretoria, Sudáfrica, el 11 de diciembre del 2013. Como lo describió el escritor británico John Carlin, «fue un funeral más festivo que fúnebre, una celebración de la vida del primer presidente democrático de Sudáfrica, Nelson Mandela, que si uno no hubiera sabido qué era hubiera pensado que se trataba de un concierto de música africana o un partido de fútbol en el que el equipo local acababa de ganar por goleada».

Gobernantes de diversos países se inclinaron y oraron ante el féretro de Nelson Mandela envuelto en una bandera, la última vez que ven al símbolo de la lucha contra el apartheid en el anfiteatro donde hace 19 años juramentó como el primer presidente negro de Sudáfrica.

Algunos hicieron la señal de la cruz, mientras que otros simplemente miraron un momento la cara de Mandela que asomaba por una burbuja de vidrio en la parte superior del ataúd en el complejo de Edificios de la Unión, las oficinas del gobierno en Pretoria, la capital sudafricana.

Gobernantes como el presidente zimbabuense Robert Mugabe, el mandatario sudafricano Jacob Zuma y otros desfilaron al lado del féretro en dos filas.

Zuma la pasó mal. Cada vez que apareció su rostro en una de las dos enormes pantallas a lo alto del estadio, la muchedumbre suspendió el júbilo y lanzó un abucheo ensordecedor. Fue una humillación colosal en un acto en el que estaban presentes más de cien jefes de Gobierno o Estado y que fue presenciado en directo en televisión por todo el planeta. Fue un grito de protesta contra la corrupción y el amiguismo en el que se ha hundido el partido de Mandela, el Congreso Nacional Africano, que ahora dirige Zuma.

Cuatro suboficiales navales con uniformes blancos hacían guardia. Celebridades como el cantante Bono de la banda U2 rindieron homenaje a Mandela, así como F.W. de Klerk, el último presidente del régimen blanco que compartió el premio Nobel de la paz con Mandela por poner fin a la era del apartheid.

Bono y la actriz Charlize Teron.
Bono y la actriz Charlize Theron.

«Mi pensamiento ahora es que espero que su enfoque (de Mandela) en una reconciliación duradera viva y florezca en Sudáfrica», expresó después De Klerk.

La viuda de Mandela, Graca Machel, su ex esposa Winnie Madikizela-Mandela y otros integrantes de la familia también contemplaron el cuerpo del ex mandatario.

Algunos parecían perdidos momentáneamente en sus pensamientos cuando observaban a Mandela. El presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir Mayardit, se quedó inmóvil antes de santiguarse y quitarse su característico sombrero negro de vaquero.

Varios policías se encontraban cerca y uno de ellos sostenía una caja de pañuelos desechables. Algunas personas quedaban evidentemente abrumadas al verlo; una mujer se cubrió toda la cara y lloró mientras se alejaba apoyada en un colega. Otros cargaban afiches con la imagen de Mandela.

«Espero no llorar», dijo Paul Letageng, de 47 años, empleado en el lugar. «Es asombroso pensar que hace 19 años ahí asumió la presidencia y ahora yace en el mismo lugar. Si no fuera por él no tendríamos paz en Sudáfrica».

Después de 27 años de cárcel bajo el gobierno racista blanco, Mandela salió de prisión en 1990, hizo un llamado a favor del perdón y la reconciliación y se convirtió en presidente en 1994 luego de las primeras elecciones democráticas plurirraciales del país.

Pronunció su discurso de ascenso al poder en el anfiteatro, al que Zuma dispuso por decreto que lleve el nombre del ex mandatario.

Mandela dijo en la inauguración de su mandato: «De la experiencia de un desastre humano extraordinario que duró mucho tiempo, debe nacer una sociedad de la que esté orgullosa toda la humanidad».

El miércoles en la mañana, agentes policiales en motocicleta escoltaron la carroza fúnebre desde un hospital militar en las afueras de Pretoria a los Edificios de la Unión.

La gente hizo largas filas en las calles para ver la procesión mientras entonaba viejas canciones de la lucha contra el régimen del apartheid y se despedía de Mandela, que murió el 5 de diciembre a los 95 años.

La policía obstruyó el tránsito y se formó una fila de vehículos de varios kilómetros de extensión en una carretera que conduce a Pretoria.

Los restos de Mandela estarán en capilla ardiente tres días. Todos los días, el féretro será trasladado al Hospital Militar hasta la mañana siguiente.

El sábado los restos del ex presidente serán enviados por avión a Qunu, su lugar de nacimiento en la Provincia Oriental del Cabo, donde será enterrado el domingo.

Las autoridades prohibieron cámaras en el lugar donde se encuentra el féretro y solicitaron a las personas que apaguen sus teléfonos móviles.

EFE/Ian Langsdon

Bush y los Clinton.
Bush y los Clinton.
La gente canta y baila a las afueras del edificio Union Buildings en ​​Pretoria. MARKUS SCHREIBER (AP PHOTO)
La gente canta y baila a las afueras del edificio Union Buildings en ​​Pretoria. MARKUS SCHREIBER (AP PHOTO)

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