Acentos y sabores de cuarenta países se fusionan en Sao Paulo

Una mezcla de acentos, sabores y partituras de cuarenta países se fusionaron en Sao Paulo en homenaje a los inmigrantes que durante siglos construyeron la historia de la ciudad más poblada de Brasil.

El aroma de las tapas españolas, los nachos mexicanos, el yakissoba chino o el kibe sirio, entre otros, se pudieron respirar ayer en la decimonovena Fiesta del Inmigrante de Sao Paulo, ciudad conocida por su carácter cosmopolita y por su gran diversidad cultural.

«La Fiesta nació del deseo de las personas de compartir el patrimonio inmaterial de sus pueblo, sus saberes (…) Existe una mixtura de flujos pasados y contemporáneos, desde los italianos que llegaron al final del siglo XIX, hasta los bolivianos y africanos que viven hoy en Sao Paulo», ha explicado a Efe Marília Bonas, presidenta ejecutiva del Museo del Inmigrante.

La fiesta, ya una tradición en la capital paulista, tiene como objetivo rescatar la historia de los 2.500 millones de inmigrantes, procedentes sobre todo de Europa y Asia, que pasaron en el siglo XIX por la antigua hostería Bras, hoy convertida en el Museo del Inmigrante.

A lo largo de ese periodo y en las décadas posteriores, portugueses, japoneses, italianos, españoles, ucranianos y latinoamericanos llegaron hasta el corazón financiero de Brasil, donde dejaron generaciones de descendientes que eternizan y mezclan las costumbres de sus antecesores con la realidad brasileña.

«Sao Paulo es un gran y fuerte destino de inmigración al tener atractivos como el trabajo y grupos culturales diversos. Hay un panorama de flujos migratorios constantes», comenta Bonas.

La española Matilde Blat, de 75 años, dejó España con su familia en plena dictadura franquista y cruzó el Atlántico hasta llegar a Brasil, donde echó raíces hace casi sesenta años.

«No solo divulgo la gastronomía, también la cultura de mi país en Brasil, donde estoy desde 1955. Como dice el dicho español, ‘Donde fueres, haz lo que vieres’. Aprendí a adaptar mi paella al gusto brasileño, pero la esencia es española, es el orgullo de mi familia», afirma.

El hijo de bolivianos Carlos Soto fue hasta la Fiesta para dar a conocer a Brasil y al resto de inmigrantes las salteñas, un pastel frito típico de Bolivia.

«Es óptimo poder mezclar cultura y romper con los estereotipos. Por ejemplo, quien no conoce Bolivia piensa en un territorio pobre, de tráfico de drogas… pero no conoce sus sabores, el folclore, por eso aprovechamos para presentarlo en esta fiesta», dice Soto.

El colombiano András Gusman, quien cruzó la frontera hace dos años, destaca la «apertura pluricultural» que ofrece la Fiesta del Inmigrante, donde «los brasileños y personas de otras nacionalidades pueden conocer cosas especiales de otros países».

Según la presidenta del Museo del Inmigrante, la reciente reapertura del centro – que estuvo cuatro años cerrado por labores de reforma – permite recuperar el patrimonio histórico de las nacionalidades que aterrizaron en Sao Paulo, las cuales marcaron un punto de inflexión en el cambio socioeconómico del país.

Los organizadores de la Fiesta del Inmigrante, que también se celebrará los días 26 y 27 de julio, esperan la presencia de unas 20.000 personas, las cuales tendrán acceso a 43 expositores de alimentación, 41 grupos de música y 31 artesanos. EFE

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