Paridad y Democracia en el Ecuador

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En Guayaquil tuvo lugar el Seminario Inernacional «Paridad y Democracia: ¿qué aprendimos en este tiempo de paridad? Un balance más allá del número».

Este evento fue organizado por Fundación Esquel, en el marco de su celebración por sus 25 años de vida institucional, en colaboración con ILDIS y ONU Mujeres Ecuador, la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, la Red de Mujeres Políticas del Ecuador, la Asociación de Mujeres Municipalistas del Ecuador (AMUME) y la Asociación de Mujeres de Juntas Parroquiales Rurales del Ecuador (AMJUPRE).

Su objetivo fue reflexionar sobre los avances y retos que las mujeres latinoamericanas han conseguido luego de 20 años de promulgada la igualdad de género en 1995.

El encuentro estuvo compuesto por mesas de trabajo y un foro internacional, con la participación de tres expositoras internaciones: Marcela Lagarde de México, María Ángela Sotelo de Bolivia y Estela Díaz, de Argentina.

María Angela Sotelo tiene seis años en la Coordinadora de la Mujer, una red que trabaja en todos los departamentos de Bolivia promoviendo los derechos de las mujeres, pero especialmente la participación política. Es columnista y activista de los derechos de las mujeres.

Hablando sobre el proceso para empoderar a una mujer, ella sostiene que: «Las mujeres en el cotidiano están en el ámbito de lo domestico, en la generación de ingresos económicos, en las juntas escolares, en los centros de salud, en las junta vecinales, en las asociaciones gremiales. Las mujeres están participando políticamente todo el tiempo, transformando la realidades en que vivimos».

«Yo creo que las mujeres estamos haciendo política desde diferentes espacios, lo difícil es sostenerse en esos espacios», dice. «Las mujeres difícilmente sostienen su participación política, por varias cosas, como por ejemplo, porque todavía hay una lectura conservadora de que las mujeres deberían estar a su casa, que cuando salen a lo publico están descuidando a sus hijos, y nace una culpabilidad», dice.

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María Ángela Sotelo. Foto LaRepública

«Otro tema es la violencia, la violencia está muy naturalizada. Dentro de la propia organización política sindical, o la que sea,  hay mucha presión de los hombres sobre las mujeres y de la mujeres sobre las mujeres. Los hombres dicen está bien que las mujeres participen en la política, pero la mía no. En términos de gratificación no es algo gratificante, es a altos costos».

Sobre su experiencia política aclara que: «Nunca he sido candidata, pero he estado acompañando a las dirigentes, a las líderes, a las electas, a las potenciales candidatas electas. Allí vemos cosas, como que las que tienen trayectoria, las que se esfuerzan, las que se capacitan, que se fortalecen, que saben gestionar, no son las que quieren los partidos políticos, quieren unas más manejables, quieren ponerlas como pantallas,  y estas mujeres no se dejan,  y entonces se las califica como conflictivas, como difíciles».

«Por todo esto, el costo politico es muy alto, porque la mujer tiene que abrir brechas, porque es muy duro para las que están ahí luchar contra corriente, pero nuestras hijas y nietas lo tendrán más fácil. Ahora les toca duro, están expuestas, tienen un liderazgo muy solitario».

«Nosotras apostamos a que la participación no sea solo numérica sino cualititativamente diferente. El desafío es generar agendas que transformen la vida de las mujeres, como las agendas de cuidado, que quiere decir quién está a cargo de cuidar a niños, jóvenes, enfermos, ancianos, y porqué esta a cargo naturalmente de la mujer, pero, ¿dónde está el estado para resolver esos temas? y ¿dónde están los hombres para cuidar de los adultos mayores, de los niños pequeños, de los adolescentes conflictivos, de los enfermos crónicos?»

«Hay que cuestionar, porque, finalmente, los hijos ni los padres son sólo de las mujeres, es un tema social de todos, y del Estado, porque si hubieran guarderías, comedores populares, lavanderías económicas, donde pudieran trabajar mujeres y hombres con derechos laborales, no se daría esta situación».

«El trabaja acaba a las mujeres en el silencio de su casa. No son temas privados que cada mujer lo resuelve como un problema personal, las mujeres pueden llevar la agenda de cuidados como una agenda política. Cuando las mujeres trabajan con los hijos adolescentes lo hacen por horas, y sus condiciones son más precarias que las de los hombres y ganan menos, es un circulo vicioso que se va complejizando», concluye María Ángela.

Estela Díaz (Argentina), es una militante social, política y de género, ocupa el cargo de Secretaria de Género a nivel nacional de la Central de Trabajadoras de Argentina, organización en la que ha conformado y dirige el Centro de Estudios Mujeres y Trabajos de l Argentina (CEMyT-CTA), fue candidata a Diputada Nacional por la Provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria.

Estela Díaz, foto LaRepública
Estela Díaz, foto LaRepública

Estela considera que: «el concepto de paridad como parte de la democracia y de la construcción de ciudadanía, tiene niveles de formalidad por estar en la constitución, pero, al mismo tiempo, la realidad está distanciada de la letra de la Ley. En América latina tenemos obstáculos muy similares: los que toman las decisiones de quienes van a ir a ocupar los cargos directivos son los hombres, y las decisiones son completamente masculinas y con formatos paternales».

Estela advierte que el proceso de empoderamiento político de la mujer es en un proceso lento, y si se analiza en donde se ha avanzado más y en donde menos, se constata que en las listas pluripersonales las mujeres están muy presentes, arañando el 40% en Argentina, pero se pierde esa posibilidad en las listas unipersonales. Allí se pensó en hacer que las listas fueran binominales, para que eso posibilite la paridad».

Para ella, es necesario «planificar y evaluar, e ir viendo los resultados, fortalecer los cargos políticos institucionales con la presencia de la mujer, desde una mirada estratégica de liderazgo para el gobierno, de manejo de presupuesto, haciendo constar en las agendas las necesidades prácticas de las mujeres en la vida cotidiana, la relación entre lo público y lo privado que nos recarga tanto, que nos pasa que en nuestra vida personal nos sentimos agobiadas, agotadas».

Marcela Lagarde, política, activista y académica mexicana.
Marcela Lagarde, política, activista y académica mexicana.

Marcela Lagarde y de los Ríos es una académica, antropóloga e investigadora mexicana, especializada en etnología, representante del feminismo latinoamericano. Es autora de numerosos artículos y libros sobre estudios de género, desarrollo humano y democracia, poder y autonomía de las mujeres, etc. Ha acuñado el término feminicidio para describir la situación en Ciudad Juárez, México.

Ella afirma: «Oigo mucho la palabra desilusión, y yo me quiero quedar con esa palabra, y decir que esa desilusión es formidable, es necesaria, es imprescindible. Es la desilusión que vivimos muchas mujeres al hacer consciencia, cuando lo que planteabas no se cumple y no se cumplirá, porque no se cumplen las utopías, porque las utopías son sólo son para caminar en pos de ellas, como decía el poeta».

«La desilusión es un aspecto de la época en el mundo occidental, hay un desafecto en todo a la politica, por los que vivimos en democracia, y vemos que no cumple en muchos aspectos, no está siempre cumpliéndose el Estado de Derecho. ¿Que les vamos a contar del mío que está echado a perder en cuanto a la vigencia del Estado del Derecho? No se cumplen los derechos humanos, hay que trabajar, aterrizamos y vemos que la fantasía es fantasía, pero podemos investigar lo que hay, aprender cómo presentar alternativas, soluciones».

«En el grupo de trabajo que yo estuve, habían muchas mujeres organizadas en colegios de abogadas, en ong propia, mujeres jóvenes que hacen politica feminista en la radio, hay una experiencia politica enorme, un capital politico de las organizaciones civiles, de profesionales, de activistas, atención de mujeres que han vivido violencia».

«Otras reflexiones estuvieron en el campo de la desilusión por haber logrado cambios muy importantes, pero como que se detuvo, que no se manifiesta con una contundencia, por un lado, avance enorme con mayor número de asambleístas, por otro, el hecho de que no haya política de género. Lo he oído aquí, en Guatemala, en muchas partes. Hay que entender que no tiene que haber política de género, donde no se enseñó en el colegio, donde en las carreras universitarios no se ha enseñado la perspectiva de género. Nosotros primeros hemos introducidos los estudios como mujer y cultura, mujer y cine, y luego vinieron estudios de género recién este año, y luego en las maestrías. en los diplomados, pero aún no han podido hacer la reforma curricular para que sea un conocimiento transversal en toda la agenda».

«Yo pediría que seamos más compresivas con las otras mujeres que no han tenido la oportunidad de aprender, y nosotros las criticamos como si a sabiendas no optaran por ser feministas, cuando en realidad es algo excepcional. Tratémoslas con mucho respeto. Nosotros como promoventes tenemos que ser de una cultura de paz, atacar cualquier sectarismo de cualquier tipo. Que la sociedad sepa que las feministas somos confiables, es importante que tengamos una formación de calidad».

«Tratemos a las otras mujeres como exigimos a la sociedad que nos trate, cada una que se vaya a su casa y medite, se revise a ver que tan misóginas somos, para cambiar por una actitud de apoyo mutuo, para que quede fijada una capacidad de alianza entre mujeres».

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mrjc (I)

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