Juan Gabriel Vásquez: Mi gran obsesión es Colombia y su herencia de violencia

Juan Gabriel Vásquez, escritor colombiano. Foto de Archivo, La República.

Madrid, (EFE).- El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez ha convertido la violencia que padece su país en una de sus «obsesiones literarias», y en su nueva novela, «La forma de las ruinas», reflexiona sobre la manera en que se heredan los hechos violentos del pasado y «moldean nuestra realidad presente».

«Mi gran obsesión es Colombia, su historia y su herencia de tensiones y de violencia», decía hoy Vásquez (Bogotá, 1973) en una entrevista con Efe, a propósito de la publicación de esta compleja novela, la más autobiográfica de las suyas, que Alfaguara publicó en noviembre en Colombia y que ahora llega al resto de los países hispanohablantes.

Si en «El ruido de las cosas al caer» (Premio Alfaguara de novela, English Pen Award, IMPAC y Gregor Von Rezzori) Vásquez reflejaba la violencia del narcotráfico, en medio de la cual creció la generación del escritor, en su nuevo libro recrea dos asesinatos que han marcado la historia colombiana del siglo XX: el del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, y el del senador liberal Rafael Uribe en octubre de 1914.

El asesinato de Gaitán, abatido a tiros en pleno centro de Bogotá, fue «el detonante» de la violencia que padecería luego Colombia durante décadas y que se saldaría con más de 300.000 muertos «y un país destrozado».

«El gran tema de la novela es la manera en que los ciudadanos heredamos los hechos violentos del pasado aunque hayan sucedido mucho antes, y la distancia que separa las verdades ocultas de la historia de la versión con la que hemos crecido», indica Vásquez, que en 2012 regresó a Colombia tras haber vivido dieciséis años fuera de su país, doce de ellos en Barcelona.

La novela, en la que también se reflexiona sobre la impunidad y las teorías de la conspiración, tiene su origen en ese momento «un poco mágico» en el que, «por distintos azares» que se cuentan en el libro, el escritor llegó a tener en sus manos una vértebra de Gaitán y la parte superior del cráneo de Uribe, que estaban en posesión de un médico amigo de su familia.

«Para alguien que sea susceptible a este tipo de fetichismos o a los fantasmas de la historia encarnados en esta especie de reliquias, eso es un detonante brutal», asegura Vásquez, que tuvo «clarísimo» que debía novelar esos hechos reales.

A «la potencia» que aquel momento tuvo para él responde también el hecho de que el narrador sea el propio escritor y haya acudido a «eso que tan cansadamente se llama autoficción».

«No podía malversar esa potencia inventando un narrador ficticio», dice Vásquez, que cuenta en el libro episodios importantes de su vida, entre ellos el nacimiento prematuro de sus hijas mellizas.

Como novelista, el autor de «Las reputaciones» (Premio Real Academia Española) ha tenido siempre «la obsesión» de que sus libros «cuenten lo que sólo ellos pueden contar, porque utilizar la novela para contar lo que ya sabemos por la historia o por el periodismo es una pérdida de tiempo».

Y por eso subraya que «La forma de las ruinas» «no es una novela de denuncia ni es sociología». Lo que le interesa es «contar el alma de los personajes, lo que pasa a un nivel emocional, moral, no al nivel fáctico de la historia o del periodismo».

Las novelas, añade Vásquez, cuya obra está traducida a veintiséis idiomas, «nacen de lo que no está resuelto y provoca incertidumbres y preguntas. Son una manera de responder con un poco de orden al caos brutal de la experiencia, y parte de ese caos es el legado de violencia» que han heredado todos los colombianos.

«De mil maneras, más o menos evidentes, las heridas abiertas del pasado todavía moldean nuestras vidas, y creo que el crimen de Gaitán está muy presente en la vida pública y política de Colombia», comenta este escritor.

El autor explora en su nueva novela las consecuencias de ese magnicidio, aunque no deja claro si tanto ese asesinato como el de Uribe fueron fruto de una conspiración, porque realmente «no se sabe».

«Como colombianos compartimos todos que tenemos una historia llena de sombras y que no hemos llegado todavía a una verdad en la que estemos de acuerdo. Yo creo que la democracia es eso: ponernos de acuerdo, negociar entre todos para llegar a una versión común de nuestro pasado, y eso todavía sigue siendo muy difícil en Colombia», reconoce.

Vásquez es «optimista» y cree que el actual proceso de paz en Colombia, que pondría fin a cincuenta años de conflicto, «está bien encaminado», pero asegura que «la única manera de que esto funcione es con un gran consenso nacional».

«Hay que oír con generosidad y dedicación los argumentos de todo el mundo, también los de quienes se oponen al proceso de paz, porque hay sentimientos y razones válidas detrás de eso».

«La única manera de llevar adelante el acuerdo y el plebiscito que le sigue es un gran consenso, una reconciliación nacional a la mayor escala, y eso es absolutamente necesario», subraya Vásquez. EFE.

(I)

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