Las muestras de valentía de algunos nos identifican a muchos y nos hacen sentir orgullosos pues nos recuerdan la capacidad que tiene nuestra especie para romper sus propios límites.
Después de varios siglos, los seres humanos aún no logramos conciliar nuestras diferencias y seguimos peleándonos sin dar paso a esa habilidad divina de escuchar. Ya que hemos decidido que éste sea el desenlace, en nuestra época todavía hay quienes se ven obligados a ser valientes y luchar por sus vidas, por su libertad.
En este espacio, el día de hoy, he decidido concentrarme en un grupo de valientes. El sábado 28 de junio de 1969, algunos seres humanos le dijeron a su estado ‘ya basta’ y se rehusaron a ser sometidos, amedrentados y perseguidos. En ese último sábado de junio, en el bar Stonewall Inn, la policía del estado de Nueva York quiso apresar a varios homosexuales que se encontraban ahí. Por primera vez un en la historia moderna estos seres humanos reclamaron su libertad sin temor. Pasaron algunos días y hubo muertos, muertos que dieron sus vidas para dejar en claro que a partir de ese punto dejamos de ser cómplices con nuestro silencio.
Yo admito que en muchas ocasiones yo tengo miedo. Siento temor frente a un sinnúmero de cosas, sobre todo cuando mi vida está en juego. Creo que por eso admiro tanto a los valientes que se revelan sabiendo que el precio de su rebeldía será la vida misma. En muchos sentidos, ellos son un ejemplo a seguir pues sí que tuvieron miedo, la diferencia está en que no dejaron que ese miedo sea el motor de su actuar.
Hoy, el escenario para la comunidad GLBT ha cambiado. Si bien las amenazas no han cesado, creo que es factible decir que han disminuido. Se despenalizó la capacidad de enamorarse, ahora hablamos de matrimonio civil igualitario y adopción igualitaria, la calle cada día se siente más segura, entre otros. No obstante seguimos viviendo en sociedades donde la homofobia está normalizada y todavía hay valientes. Como he dicho, todo ha mejorado, sin embargo pese a la inexistencia de persecución legal todavía nos persiguen aquellos que creen que es legítimo hacerlo.
47 años han pasado desde la caída de los valientes en el Stonewall Inn y no puedo creer que todavía sienta la necesidad de escribir esto. Tantos años después del inicio de una lucha incesable y todavía existen masacres direccionadas a la comunidad GLBTI.
El día del Orgullo GLBT en Quito está cerca y hay muchos que me han preguntado por qué le llamamos ‘orgullo’. Hoy me gustaría responder desde lo más profundo de mi ser. Personalmente le llamo Orgullo a esa fecha conmemorativa en la que marchamos pues me siento orgullosa de quienes vencen el miedo, de quienes viven sin ocultarse porque lograron interiorizar que en realidad no hay nada que ocultar, de quienes hablan sin reservas, de todos los que han comprendido que la comunidad GLBTI no se reduce a un acto sexual, somos mucho más que eso. Me siento orgullosa de saber que aún en ambientes hostiles hay valientes que trascienden la adversidad. Me siento orgullosa. A usted, amable lector, le invito a compartir este sentir y ser parte de los que nos enorgullece la valentía y la lucha constante por vivir como lo que somos, seres humanos.