Bolsonaro: mostrando las uñas

Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

A pocos días de haber asumido la nueva administración de Brasil, el equipo del presidente Jair Bolsonaro ha sacado ya las uñas. Quienes pensábamos que no sería para tanto comenzamos a preocuparnos: en realidad las cosas pintan mucho peor de lo que se decía.

El ministro de la Presidencia, Onyx Lorenzoni, después de la primera reunión de Bolsonaro con sus veintidós ministros informó que se ha decidido “revisar toda la estructura de la administración pública brasileña y destituirá a aquellos funcionarios que defiendan ideas comunistas”. Esta decisión será aplicada en todos los sectores de la administración pública y “los criterios para decidir la situación de los funcionarios también serán técnicos y se tomarán en cuenta a la hora de definir si los cargos serán cubiertos nuevamente o si quedarán extintos”.

Más claro, agua. El Brasil se dirige a pasos agigantados y rápidos a la “democracia sin comunismo”. Quienes tenemos unos años encima conocemos de qué se trata esta fórmula porque la sufrimos en carne propia. Los “criterios técnicos” a que hace referencia el ministro Lorenzoni son nada más que criterios provenientes del fanatismo, de la intolerancia y, con frecuencia, del resentimiento. ¿Alguien conoce si existen “criterios técnicos” para determinar si tal o cual persona es de ideología “liberal”, o “anarquista”, o “socialista”, o “demócrata-cristiano” o lo que al inquisidor se le ocurra? Todo dependerá de lo que dice o deja de decir la persona cuestionada.

Hace mucho tiempo, sobre todo después de la implosión de la Unión Soviética, se ha dejado de hablar de “comunismo”. Es un término que pertenece a la prehistoria y carece ya de significado a pesar de la existencia de una China roja, una Corea del Norte y experiencias grotescas como las de Nicaragua, Venezuela y Cuba. El mejor ejemplo de su caducidad es el gobierno de Nicolás Maduro a quien los organismos económicos internacionales le vaticinan una inflación del 10.000.000 % (en letras para que no se dude: diez millones por ciento) para el año que comienza. De este modo Venezuela estará a la misma altura que Alemania, pero la Alemania de 1923 cuando se pagaban los sueldos dos veces por día y los billetes se imprimían de un solo lado porque la inflación tenía tal ritmo que no había tiempo para imprimirlos de las dos caras.

La famosa “democracia sin comunismo” la sufrimos los paraguayos durante los años oscuros de la dictadura, con apresamientos, torturas físicas, exilio, desapariciones forzosas que equivalían a ejecuciones sumarias y cadáveres desaparecidos. Una parte importante de nuestros artistas e intelectuales debieron dar lo mejor que tenían a otros países porque no se les permitía entrar al paraíso que había creado el dictador.

En España el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), actualmente en el gobierno, hace décadas que retiró la palabra “marxismo” de su declaración de principios. Y el otrora poderoso Partido Comunista Español (PCE) agoniza entre las cenizas de un grupo muy minoritario llamado Izquierda Unida en modo de caída.

La persecución a los comunistas que ve Bolsonaro hasta en la sopa, es el camino menos eficiente ya que, victimizándoles, conquistarán las simpatías de quienes aborrecen estas mascaradas de democratización. Esto es nada más que el comienzo ya que la ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, Damares Alves, anuncia una “nueva era” en Brasil en la que el “niño viste de azul y la niña de rosa”. Independientemente del color, esta gente parece decidida a reglamentar incluso los colores que se deben usar de acuerdo al sexo. El año “1984” ha llegado, no de la mano de Orwell sino de Bolsonaro.

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